«Malcolm and Marie»: el romance disfuncional entre el cine y su crítica – CinEspacio24

«Malcolm and Marie»: el romance disfuncional entre el cine y su crítica

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Malcolm and Marie, dirigida por Sam Levinson y protagonizada por Zendaya y John David Washington, retrata un par horas en la vida de un joven director y su novia, quienes regresan a casa tras la exitosa premier de la película más importante de su carrera y esperan las primeras críticas de la cinta. 

 

John Washington y Zendaya en la cinta Malcolm y Marie

Por Zuri Grace Bretón *

@ZurigraceB

El pasado viernes 5 de febrero se estrenó la más reciente película de Netflix, Malcolm and Marie, un drama romántico en blanco y negro protagonizado por Zendaya y John David Washington y dirigido por Sam Levinson, quien por cierto parece haber estado bastante ocupado en el año que ha durado la pandemia, pues a diferencia de muchas otras producciones que se vieron detenidas, este realizador ha encontrado la manera de llevar a cabo sus proyectos adaptándose a la nueva normalidad de la industria cinematográfica, dirigiendo en últimos meses los dos capítulos especiales de su serie Euphoria y esta nueva cinta de estreno exclusivo de Netflix.

Como lo ha demostrado en los productos antes mencionados, Levinson parece sentirse más que cómodo en los escenarios limitados y con pocos personajes, con una puesta en escena bastante teatral entre diálogos y monólogos que le permiten explorar a través de las palabras la intimidad de los protagonistas que desbordan el cuadro con sus actuaciones.

Malcolm and Marie es en muchos aspectos inusual, pues si bien se ha hecho antes, son pocos los largometrajes que se apoyan en sólo dos personajes, una única locación y son narrados en tiempo real. Retrata un par horas en la vida de un joven director y su novia, quienes regresan a casa tras la exitosa premier de la película más importante de su carrera y lo que pareciera ser una noche de celebración, se convierte rápidamente en una intensa discusión de pareja donde se pasa de los “te amo” a los “te odio” en cuestión de minutos.

Mientras los personajes se desplazan a lo largo de la iluminada casa llena de amplios ventanales, la cámara los sigue con largos planos secuencia que le dan ritmo a la conversación. La desgastante pelea logra involucrar emocionalmente al espectador, pues es fácil empatizar con los planteamientos presentados en un largo diálogo que es en ocasiones interrumpido por intensos monólogos, logrando que cada uno tenga sus momentos donde roba cámara, en una evidente lucha de poderes, que está bastante equilibrada, aunque en ciertos puntos se inclina a darle preferencia en argumentos y nobleza al papel de Marie.

 

La conversación nos permite entrever la naturaleza de ambos personajes; el ego, narcisismo y honesta genialidad de Malcolm, así como el resentimiento, complejos y oscuro pasado de Marie, pero sobre todo la incondicional y mutua devoción entre ambos. A nivel íntimo de los protagonistas, la cinta versa sobre la envidia, el agradecimiento, la reciprocidad y las drogadicciones, sin embargo, los reclamos en torno a su relación se ven por momentos interrumpidos por las cavilaciones de ambos (principalmente de Malcolm desde su perspectiva de director) sobre la industria cinematográfica moderna, particularmente sobre la labor de la crítica en el séptimo arte. Es ahí precisamente donde reside el verdadero valor discursivo del filme.

Malcolm tiene una larga secuencia donde reflexiona apasionadamente sobre el cine, su naturaleza, su función y cómo la crítica le afecta. Puntualmente hace comentarios ácidos sobre la apreciación cinematográfica hecha con ojos extremadamente politizados en el margen de la predominante cultura actual de justicia social, que si bien, tiene una intención noble, puede entorpecer y simplificar el arte cuando se ve todo bajo los lentes de la ideología popularmente aprobada.

En su hartazgo contra el gremio de la crítica que reproduce las mismas opiniones genéricas para cada cinta, Malcolm da justo en el punto cuando asegura que el cine no está obligado a tener un mensaje profundo y/o político, sino que debe tener alma, ser electrizante y provocar sentimientos.

Irónicamente Levinson critica, a las críticas vagas e inespecíficas, a la forzada erudición y la tendencia a sobreanalizarlo todo. Apunta que la crítica tiene tantas ansias de leer entre líneas y atribuirle una mayor implicación a todo, que paradójicamente ello la ha llevado a ser superficial e intercambiable.

Porque es verdad que el crítico en su labor de intérprete constantemente cae en vicios, encasillando o asumiendo las intenciones de los creadores a partir del contexto social o político, forzando en ocasiones metáforas o significados más profundos donde verdaderamente no los hay.

Por su parte, Marie aborda otra cara del tema; la falsedad de esos mismos medios que se alinean al discurso e ideales vigentes, esa doble moral donde en la alfombra roja el productor millonario o la actriz con el vestido de miles de dólares hacen comentarios de supuesta crítica al statu quo y la injusta desigualdad, pretendiendo ser conscientes, mientras siguen viviendo en su torre de privilegios. Y le asegura a Malcolm que, aun él que pretende ser un director congruente y libre pensador, no es más que otro peón que se prostituye por los intereses de la industria, pues todos dentro de ese sistema elitista se venden. Ya que por más auténtico que se pretenda ser, el cine no escapa de ser la forma de arte más capitalista y masificada que hay.

Y aunque se podría decir que la pelea larguísima que se refleja en la película puede llegar a ser repetitiva o cansada, es eso justamente lo que la hace realista… ¿quién no ha tenido una discusión de pareja, de esas interminables que por más que se intente zanjar, regresa al mismo tema una y otra vez?

La excelente química entre Zendaya y John David Washington le da mayor credibilidad a una cinta que es honestamente conmovedora y nos guía con una cadencia visual hipnotizante de cuarto a cuarto de la casa, subiendo y bajando constantemente el furor de la conversación entre las acusaciones y las reconciliaciones, llevando al desgaste emocional a los personajes junto al espectador.

Cabe apuntar que incluso con todo esto, quizá lo más interesante no es la obra en sí misma, sino el curioso efecto que causó precisamente entre la comunidad de críticos cinematográficos. Pues si bien, hay notas halagadoras, la mayoría no lo son; ha recibido puntajes bajísimos y comentarios bastante negativos desde su estreno, llegando incluso a la calificación de “podrido” en Rotten Tomatoes con un 59% o 53 puntos (sobre 100) en Metacritic ¿Será que verdaderamente encuentran la película sinsentido, insípida, sosa y redundante o se trata más bien de que los comentarios directos e incisivos hacia su gremio influyeron en el veredicto?

 

*Licenciada en Comunicación, analista cinematográfica y colaboradora en CinEspacio24 Noticias

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