Crítica de Mal de ojo, la nueva cinta de Isaac Ezban, quien deja la ciencia ficción para adentrarse al terror y la brujería, para así narrar la historia de una niña y su conflictiva relación con su abuela.
Por Arturo Brum Zarco*
México tiene grandes películas sobre brujería, que si bien son pocas muestran una enorme calidad y un discurso transgresor, como las cintas La bruja (1957) y el Espejo de la bruja (1962) de Chano Urueta (el maestro de la Serie B mexicana); o la sublime y terrorífica La tía Alejandra (1980) de Arturo Ripstein; y la que es para muchos uno de los mejores trabajos de este género, Veneno para las hadas (1986) del duque del terror Carlos Enrique Taboada.
A esta lista de obras mexicanas sobre brujería y terror se le tiene que agregar el filme Mal de ojo, el reciente largometraje del director Isaac Ezban, quien deja afuera sus temáticas de ciencia ficción que vimos en El incidente (2014), Los parecidos (2015) y Parallel (2018), para sumergirse en el horror gótico y el cuento de hadas.
Este filme nos narra la historia de Nala (Paola Miguel), una niña de 13 años que viaja con su familia a la casa de su abuela Josefa (maravilloso trabajo de Ofelia Medina), quien vive en una casa vieja y grande (que da la sensación que está abandonada) y que se encuentra en medio del campo.
Visitan ese lugar para encontrar una posible cura a una misteriosa enfermedad que tiene la hermana menor de Nala. Por lo tanto, los padres de las niñas las dejarán por un tiempo al cuidado de la abuela, quien al parecer es un ser diabólico y peligroso.
Con un diseño de producción y sonido destacado, Isaac construye una historia con imágenes que bien pueden ser el resultado de una ensoñación o los actos sobrenaturales de una bruja. Esta ambivalencia narrativa acentúa el misterio y el agradable y tétrico giro de trama de la cinta.
Asimismo, la narración se presenta desde el punto de vista de Nala, para hablar metafóricamente del paso de la adolescencia a una etapa más madura, en ese sentido se puede etiquetar a este trabajo como un coming of age, el cual usa la fantasía y la monstruosidad para acentuar el empoderamiento del personaje.
Por otra parte, la construcción de la bruja (que cuenta con un gran maquillaje de caracterización y efectos especiales efectivos y sobresalientes) se sale de los lugares comunes para edificar algo más original y espeluznante, esto se debe a que el guion nace de la brujería caribeña y vudú, el cual combinan de gran forma con la idiosincrasia mexicana.
En la película se nota la influencia del director Guillermo del Toro, sobre todo de sus cintas El espinazo del diablo (2001) y El laberinto de fauno (2006), la cuales se presentan como una suerte de cuento de hadas donde la figura del monstruo destaca la moraleja del protagonista infantil.
En un país como México que es un ávido consumidor de cine de terror y fantasía, se agradecen estas propuestas donde la magia, las brujas, las leyendas, los rituales y lo gótico permean en toda la obra.
Mal de ojo, que se estrena este 22 de septiembre, es una drama familiar, un cuento de hadas y una buena película de brujas.
*Periodista y realizador. Director de CinEspacio24. Colaborador en Cio Noticias.
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