«Delicioso», libertad, igualdad y fraternidad para los comensales – CinEspacio24

«Delicioso», libertad, igualdad y fraternidad para los comensales

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Crítica de la película Delicioso, cinta ambientada justo antes de la Revolución Francesa, que narra la vida de un chef que encuentra el valor para abrir un restaurante por su cuenta.

Juan Enrique Bonilla*

El tema de la comida no es algo nuevo para el cine. Cintas como El Festín de Babette (mejor película extranjera 1988), Tampopo (1985), Como Agua para Chocolate (1992), Ratatouille (2007), y Amor a la Carta (2013) ya han acogido este ingrediente para meditar sobre el arte, el amor, el deseo y su relación con la gastronomía. Así, Delicioso (2021), filme dirigido por Éric Besnard, aprovecha una vez más el vínculo entre el séptimo arte y el arte culinario, disciplinas artísticas separadas por dos millones de años de nacimiento, para enunciar y defender, armoniosamente, los principios de la revolución francesa: libertad, igualdad y fraternidad. Principios que, como hace más de doscientos años, siguen impactando en la vida política y social contemporánea.

Situada en Francia entre 1788 y 1789, justo antes de la revolución francesa, Delicioso cuenta la historia de Manceron, Chef del duque de Chamfort que, tras experimentar con ingredientes considerados vulgares por la realeza, es humillado y despedido de su puesto. Desanimado por el infortunio, decide negar su amor por la cocina y regresar a la vida campirana junto con su hijo, el cual es simpatizantes a los principios de la Ilustración. En esta nueva vida, se encontrarán con Louise, una misteriosa mujer que desea aprender el arte de la cocina, y que poco a poco lo convencerá de desligarse de su vida antigua en la realeza, revivir su amor por la comida, y compartir este arte con el pueblo.

La película emprende al personaje de Manceron en el tradicional camino del héroe, modelo narrativo clásico en el que un sujeto pasa por un cambio o transformación que lo adentra a una aventura, actúa victorioso ante una crisis decisiva, y regresa a casa con crecimiento personal. Además, de que predominan varios elementos clásicos del Western como son los altos códigos de honor, la conquista de la naturaleza, venganza personal, ruptura de la estructura social establecida, entre otros.

Esto lo hace un relato predecible y con una lección de justicia social moralizante. Sin embargo, la ejecución de esta historia no se siente forzada y es muy bien adaptada a las circunstancias históricas de la revolución, donde la desigualdad y los privilegios, enfatizados por la trama, particularmente aquellos en torno a la alimentación, imperan (tiempos que ya quedaron atrás, por supuesto, no como los derechos de acceso al agua que actualmente se reparten equitativamente entre la clase media y baja, y las compañías transnacionales privilegiadas).

Otro punto importante que abordar es la participación de los platillos como imagen durante la historia. Los montajes donde se preparan los alimentos, y las tomas que enfocan a los platillos resaltan y llaman la atención, tan cierto como que tenía ganas de ir a cenar a un restaurante francés después de la película, pero a la hora de mostrar cómo son consumidos por la alta sociedad, alejan al espectador del enamoramiento, quizá con el punto de enfatizar cómo la sangre azul que se enaltece de ser digna de deleitar los alimentos más que el pueblo, en realidad no disfruta con cualidades especiales la comida, al fin y al cabo el pobre tiene más hambre que el rico.

La cocina es un arte universal: Japón, Francia, Dinamarca, India, y México, entre otros, lo rectifican no solo con su espectacular comida, sino con las magníficas películas e historias que han creado sobre el tema. Delicioso, que se estrena este 7 abril, nos recuerda cómo esta universalidad debe de existir no solo entre naciones, sino, más importante, entre individuos. Una revolución no va a cambiar a la sociedad mientras existan grupos predilectos que coman y beban mejor que los grupos marginados.

*Colaborador de CinEspacio24

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