Crítica de Avatar: el camino del agua, dirigida por James Cameron, una película de ciencia ficción que intenta conseguir el éxito comercial de la primera parte. No obstante, esta película, que cuenta con tremendos efectos especiales , decae en su historia.
Por Daniel Flores*
Por fin, luego de 13 años de espera se estrena la continuación de Avatar, otra vez bajo la dirección de James Cameron, quien conducirá a la audiencia al universo visual del planeta Pandora en Avatar: el camino del agua. Sobre esta secuela existe una presión constante, la de siquiera intentar superar a su antecesora, que nada más y nada menos es el filme más taquillero de toda la historia, con un acumulado de más de 2 mil 900 millones de dólares. Además, Avatar 2 se enfrenta a una nueva generación de público, consumidor voraz de los filmes sobre súper-héroes y de estrambóticas sagas como Rápido y furioso. Por si fuera poco, en pasadas semanas el propio Cameron fue motivo de críticas en redes sociales, ya que osó menospreciar a Marvel y DC, lo que colocó en una balanza particular a su nueva producción.
Avatar sorprendió al mundo en 2009 gracias a su mensaje bio-tecnológico con temas como la protección del planeta, la convivencia armónica entre todas sus especies y la posibilidad de que ser humano logre ocupar cuerpos mejor diseñados en aras de resolver enfermedades y padecimientos. Asimismo, aquella idea de establecer una “conexión” entre seres inteligentes y la raíz planetaria a manera de un “internet orgánico” desató la imaginación de los espectadores y la fascinación por explorar estos tópicos.
Sin embargo, ¿qué pasará con Avatar: el camino del agua? No sólo afronta un cambio en el gusto de las masas, también sus temas originales son ya parte del discurso público, desde una activista planetaria como Greta Thunberg hasta un desarrollo de la tecnología en todos sus aspectos. Si bien Avatar gozó de una revolucionaria filmación y un extenso catálogo de efectos especiales, la nueva entrega intenta colgarse de esta arista para mantener su grandeza. Así, para la flamante Avatar 2 se recurrió a la grandilocuencia visual del IMAX y un bellísimo 3D que potencia el mundo submarino de Pandora, en el que Jake Sully (Sam Worthington) y su familia se lanzarán a la aventura tras ser perseguidos por el ex humano, Quaritch”(Stephen Lang). Cada criatura, ángulo y escena submarina se siente próxima, límpida, vibrante. No cabe duda que Cameron puso el empeño en materia técnica a favor del cine.
Pero la trama, ese punto básico para el éxito de una película decae. Es tediosa, innecesariamente larga, poco evolutiva, sin originalidad. Fastidia su drama artificial en torno a la familia y sus nada sorprendentes giros de tuerca. Por si fuera poco, se aprecia una edición inconsistente, con secuencias extensa y otras demasiado breves. En esas tres horas y 10 minutos de duración se extravían los personajes, que a su vez no desarrollan motivaciones suficientes para empatizar con ellos. Un tanto “disneizada”, Avatar: el camino del agua quizá no logre superar a la primera parte, y tal vez ni siquiera alcance a cumplir las expectativas de su edificador, Cameron, quien ve en el futuro tres entregas más de esta saga.
La cuenta regresiva ha iniciado para la secuela de Avatar, será por demás interesante ver si no será devorada por el “roller-coaster” que implica el cine de súper-héroes”. Completan el elenco Sigouney Weaver, Zoe Saldana y Cliff Curtis. ¿Lograrán salvar a este «Titanic» de 350 millones de dólares?
*Periodista. Colaborador en CinEspacio24, Director de Cio Noticias, Crítico de Cine, Columnista en el Heraldo de México Toluca
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