Una mirada dentro de “El exorcista” – CinEspacio24

Una mirada dentro de “El exorcista”

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Por Alejandro Valles *

Hablar de una película con una trascendencia tan importante como la que nos trae a leer/escribir el día de hoy no es tarea fácil. ¿Qué te puedo decir que no sepas ya de esta película? Estrenada hace cuarenta y ocho años, El exorcista marcó un antes y un después en la producción de películas de terror y el modo en el que contamos historias. Hoy intentaré abarcar los detalles más importantes detrás de esta producción tan amada y culpable de tantos traumas infantiles.

Uno de los elementos más evidentes de la película es la batalla latente “entre el bien y el mal”. Por un lado, nos colocamos en la piel una familia sin una identificación religiosa (Cosa que podría entenderse desde el conservadurismo estadounidense como una razón suficiente para ser elegidos por “el diablo” para sus fechorías), y por el otro lado nos presentan a la maldad encarnada en un demonio representado desde figurillas blasfemas hasta diversos actos de herejía. Esta batalla nos es mezclada con la presentación de realidades diferentes, en un extremo la vida de los bien acomodados en la élite norteamericana, y por el otro, las minorías extranjeras y la mayoría que representa la clase media y baja de la sociedad, encontrando que tienen cosas en común: los problemas familiares.

Este primer análisis del argumento que presenta la película nos abre las puertas a entender la historia secundaria, que no es otra cosa sino la representación del sistema de creencias personal. Me explico. Si miramos que las cosas le suceden a uno o a otro, es probable que sintamos su dolor, o bien, no lo hagamos en lo más mínimo. En “El exorcista”, encontramos que todo dolor es válido y tiene un origen, y nos cuestionamos de qué tanto somos capaces para sentir el dolor de los demás, para luego ayudarlo en base de ello.

El avance en la creencia de la posesión es difícil, y la película se toma el tiempo de desarrollarlo en modo que nosotros mismos, más allá del terror que podamos sentir, podemos ser testigos de la tensión que se genera entre los personajes con cada conversación, partiendo de la idea de “Evidentemente el diablo está entre nosotros”, pero aferrados al pensamiento de “Todo tiene una explicación lógica”, que termina siendo una sensación de estar atrapado debajo de un enorme oso que baja las escaleras de cabeza mientras cerramos los ojos y nos convencemos de que nada de esto es cierto.

Es quizás la tensión generada, endulzada por los maravillosos efectos visuales y de sonido, lo que da a esta película un aura de superioridad tremenda sobre los ejemplos de horror contemporáneo, que ha dejado de lado la construcción de la trama compleja, la perturbadora verdad de que los más inocentes son las victimas predilectas para el mal, por un conveniente combo de sustos rápidos y efímeros, que traerán reacciones tan importantes y trascendentes como los likes generados en las redes sociales.

En conclusión, El exorcista es una película que toma como premisa principal la eterna batalla entre el bien y el mal, que nos atrae y nos aterra en muchos sentidos, aprovechándose de nuestras debilidades, de nuestros mayores deseos porque la frase de “Atrae la fortuna con buenas acciones” sea siempre verdadera, y la retuerce, mostrándonos que no siempre a los buenos les va bien, pero que tampoco los malos ratos duran para siempre. Una joya de ayer y hoy, una película que vale la pena tomarse en serio.

*Participante de nuestro taller de Crítica Cinematográfica

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