Crítica de la película de terror La masacre de Texas, dirigida por David Blue Garcia; el filme es una secuela de la película de culto La masacre de Texas de 1974. Esta nueve versión es muy diferente a la obra original.
Por Jesús M. Pedraza Madrid*
A partir del final de los años 60 y hasta más o menos mediados de los 80, Estados Unidos se convirtió en lo que podríamos llamar un «caldo de cultivo» para crímenes frecuentes de una naturaleza tan atroz como nunca antes se había visto. Fue más o menos a principios de los ochentas que el término «asesino en serie» empezó a utilizarse oficialmente y de acuerdo a la información de varios investigadores se estima que durante estos años hubieron alrededor de unos doscientos asesinos seriales activos.
Existen varios factores que influyeron en la aparición de estos monstruos modernos. La sociedad de ese tiempo estuvo expuesta a la creciente influencia de grandes cambios migratorios y el aumento del autoestop en las carreteras así como el desarrollo de las grandes autopistas interestatales —lo que por supuesto generó mayor vulnerabilidad entre ciertos sectores de la población a la vez que dio a los criminales la posibilidad de ampliar sus fronteras para cometer crímenes—. Mientras tanto la cobertura y explotación de los medios de comunicación fomentó la exposición de la violencia ante el público estadounidense: creando a la vez horror y fascinación dentro de su cultura popular. Y por supuesto un detalle muy importante que no podemos olvidar es que estos años fueron la época de Posguerra de la Guerra de Vietnam (1955-1975).
El historiador, autor y cineasta canadiense Peter Vronsky dejó una idea en su libro Los Hijos de Caín: Una historia sobre los asesinos en serie de que incluso el aumento de los asesinos seriales se puede rastrear hasta los estragos de la Segunda Guerra Mundial y a los hijos de los hombres que regresaron de los campos de batalla. Sumado con los cambios migratorios antes mencionados, el resultado directo de esta época de posguerra generó un tipo de trauma que tenía su centro en la familia quebrada.
Por lo tanto, no es extraño que dentro de este contexto social el cine de horror evolucionara de mostrar monstruos ficticios o fantásticos a reflejar que el terror es el propio ser humano que está dentro de nuestra sociedad. Dando como resultado el auge de géneros como el slasher y el gore.
En este contexto, en 1974 se estrenó La masacre de Texas de Tobe Hooper, una de las obras maestras del género que a través de su estética y de su cruda historia nos mostró la decadencia del hombre blanco texano y la ruptura del sueño americano; por medio de escenas grotescas y decadentes en donde el canibalismo y la degradación del capitalismo industrial se hacen presentes dentro de una retorcida familia blanca de clase media y sureña, de la que sale uno de los monstruos contemporáneos más famosos del cine de horror: Leatherface, el «loco de la motosierra», la viva imagen de la demencia total.
Todo esto nos sirve para analizar La masacre de Texas de David Blue García, filme que se estrenó este 18 de febrero en la plataforma de Netflix. Protagonizada por Sarah Yarkin y Elsie Fisher como las hermanas Melody y Lila, Olwen Fouéré como Sally Hardesty (la final girl de la película original del 74) y Mark Burnham como el temible Leatherface.
Siguiendo la reciente tendencia de hacer «recuelas» — término que recientemente aprendí de la mano de Ghostface en Scream V (lee mi nota aquí)— de éxitos del cine de terror, Texas Chainsaw Massacre es una especie de secuela directa del filme original de Tobe Hooper. Cincuenta años han pasado desde los brutales asesinatos de los que fue testigo la desafortunada Sally Hardesty, quien ha dedicado su vida a buscar al desquiciado asesino para hacer justicia a sus amigos.
Mientras que Sally trabaja como guardabosques en algún lugar de Texas, un grupo de jóvenes estereotípicamente Millenials de gran poder adquisitivo emprenden un viaje de negocios al pueblo fantasma de Harlow, con el fin de iniciar una subasta de los inmuebles del lugar y lograr así una nueva fuente de ingresos económicos. Durante los preparativos iniciales antes de la llegada de sus invitados, los amigos descubren que el antiguo orfanato del pueblo sigue inoportunamente habitado por una anciana a la que confrontan para que abandone el edificio, cosa que se complica ya que ella reclama que sigue siendo su propietaria, la situación termina con un ataque cardiaco de la mujer en presencia del último de sus “hijos”: un hombre grande robusto e imponente, quien resulta ser Leatherface.
Si bien esta nueva propuesta parecía ser la promesa de un gran filme de terror, las expectativas lamentablemente se vienen abajo por diferentes razones. Antes de tocar esos puntos negativos me gustaría mencionar lo positivo: tiene unos efectos especiales y unas escenas sangrientas que son simplemente fabulosas y eso es algo que se agradece demasiado. Para mí resulta totalmente satisfactoria la escena en el interior del camión turístico ya que siento — y probablemente esto hable muy muy muy mal de mí— que la reacción de los personajes ante Leatherface es de lo más ridícula posible. Sorry not sorry, se lo tenían bien merecido. Abro el debate para que me cuenten sus impresiones en los comentarios.
Pero bueno, ahora viene lo triste del cuento. Este versión se siente como ver una obra de teatro que involuntariamente sale mal desde sus inicios. En comparación con otras “recuelas” en donde parte de su encanto es volver a ver a los actores envejecidos después de unos años en sus papeles icónicos, La masacre de Texas no cuenta con ello y es muy entendible: tanto la final girl original (Marilyn Burns) como el primer Leatherface (Gunnar Hansen) fallecieron hace alrededor de unos siete años. Sé que no debería ser un punto importante para esta crítica pero lo menciono porque ¡vamos!, ¿a quién no le hubiera encantado ver el paso del tiempo en esos personajes? Lamentablemente no pudo ser así.
Asimismo, el filme abusa de una serie de incongruencias y situaciones que más que aportar a la historia hacen que caiga en el absurdo. Por ejemplo, ¿cómo es que durante 50 años a nadie se le ocurrió que el tipo enorme, robusto y creepy que vive aislado en un pueblo totalmente abandonado en compañía de una anciana (que milagrosamente cuenta con un tanque de oxígeno) pudiera ser el monstruo de Leatherface? Entiendo que muchas cosas sean de carácter circunstancial pero para eso existen los perfiles criminales.
La mayoría de los personajes se sienten irreales, no por nada mencioné durante la sinopsis que estamos hablando de un grupo estereotípicamente Millenial con poder adquisitivo. Siento que la manera en que los personajes se expresan y actúan genera todo menos simpatía hacia ellos y aunque estoy consciente de que la simpatía no es tan necesaria en un filme de terror, en este caso el tiro sale por la culata porque en vez de “sufrir” por o a causa de ellos, más bien «disfrutas» que les hagan cosas horribles. En vez de impactar o causar horror causa una especie de humor negrísimo para los espectadores.
Esto es importante porque si hacemos la inevitable comparación con el filme original, más que tener un contexto de denuncia social o un motor de la trama que gire en torno al horror y la demencia extrema, este filme se siente como ver una película dominguera más, que no aporta nada a la historia y que no tiene algo impactante que transmitir: simplemente es violencia gratuita y sin sentido.
Ya que menciono el concepto de «trasfondo» es evidente que en esta versión intentan dar un aporte simbólico o de crítica dentro de ciertas situaciones del filme, pero todas ellas con una mala ejecución o una desvirtuación del mensaje. La película toca un poco el racismo; por otro lado abordan la gentrificación, es decir, cuando una zona antes pobre o marginal sufre una transformación económica que la hace inaccesible para sus ocupantes originales ( lee mi nota de Candyman donde explico más a fondo sobre este fenómeno), dentro de este filme este concepto se siente como un recurso superficial para tener un pueblo fantasma abandonado como locación.
Notemos como en la historia original de 1974 la situación no se sentía tan forzada para mostrar sus temas, en aquel filme unos amigos viajan por carretera para ver si la tumba de su abuelo fue exhumada por un extraño (como vieron en el noticiero) y en esta versión un grupo de chicos en sus veintitantos van a vender un pueblo completo en una subasta a otros chicos en sus veintitantos. WTF!
Además, los últimos puntos que me parecen una decepción son la ambientación y el intento de tributo a los personajes de la película original. La masacre de Texas de 1974 es un filme visualmente asombroso, grabado en el calor de Texas, en donde todo lo que vemos se ve sucio, degradado, sudado, polvoriento, derruido y decadente. Esa estética era muy importante para expresar esta idea del deterioro de la clase social y el óxido sureño del sueño americano.
En esta “recuela” no tenemos nada de ese ambiente que representa icónicamente a esta franquicia: el diseño de producción y los escenarios, aunque buenos, están lejos de transmitir esa sensación de cansancio, peste y sudor que tuvo la original, y eso que estamos hablando de una película que contó con mayores recursos económicos.
Por último, el traer de regreso al personaje de Sally Hardesty (la sobreviviente original) para esta película es sin duda el peor error que cometieron, la volvieron un personaje tan vacío que no aporta nada a la trama, la hacen quedar en ridículo por no haberse dado cuenta en donde ha estado el monstruo al que ha buscado durante literal medio siglo.
El Pumpkímetro para La masacre de Texas
Es tiempo de dar mi calificación con calabazas para esta película, tomando como referencia que cinco calabazas equivaldría a algo como «esa sensación de susto, sorpresa y emoción de caer en un bache mientras conduces por carretera y descubrir que nada se estropeó en tu vehículo, por lo que podrás llegar super bien a tu destino» y que por el contrario, cero calabazas vendría siendo como «esa sensación de enojo, frustración e impotencia de descubrir que por culpa de ese bache en el desierto tu llanta es una pérdida total y no traes repuesto».
Con este parámetro y con base en mis impresiones anteriores yo le entrego a Leatherface un total de 🎃🎃 con la esperanza de que se haga una brutal máscara con ellas (sería épico). A pesar de que creo que esta película se aleja muchísimo del feeling de la original, y que sin duda en comparación con otros nuevos lanzamientos es bastante pobre, no deja de ser un filme entretenido y sangriento que puedes disfrutar desde la comodidad de tu hogar. Te recomiendo baja tus expectativas y verla, no hay mejor impresión que la que puedes generar por ti mismo y espero que esta nota te haya gustado y aportado un poco de contexto para animarte a ver la original: un clásico imperdible del cine de horror estadounidese. Espero vernos pronto en otro viaje y no olvides dos grandes lecciones que hemos aprendido gracias a esta franquicia: 1) No recojas autoestopistas y 2) No te metas con la original. ¡Un abrazo!
*Analista. Crítico de cine. Colaborador de CinEspacio24.
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