Crítica de Super Mario Bros. La película, dirigida por Aaron Horvath y Michael Jelenic; la cinta es una adaptación de uno de los video juegos más icónicos de Nintendo.
Por Isaac Piña Galindo*
Percibimos un dejo de osadía (o desfachatez) al momento en que alguna gran productora anuncia el remake de obras que son consideradas joyas intocables, sea con base en literatura, teatro o en su defecto adaptadas de otros medios audiovisuales como series de televisión, juegos de video y filmes.
Las casas productoras incluso aprovechan el concepto principal de juguetes como el caso del live-action de Barbie de este año, o los juegos de rol y de mesa como en la reciente Calabozos y Dragones o Jumanji: En la selva, película que ilustra perfectamente la mezcla del juego de consola con el juego de mesa.
Hoy más que nunca el cine vive en la era de la “propiedad intelectual”, término legal para referirse al derecho que tiene una persona o compañía para adaptar la idea principal, la historia o los personajes de una narrativa preexistente a una nueva obra cinematográfica.
En este panorama sorprende poco una nueva adaptación del amado universo del videojuego de Mario Bros., propiedad de Nintendo. Sin embargo, sí existe recelo y una sensación de desconfianza pues Mario y compañía forman parte de la iconografía geek de los últimos casi 30 años y, por ende, representa una estampa de valor espiritual para muchas generaciones distintas de todo el mundo.
Por fortuna, el resultado es entrañable y amoroso. La película creada por Ilumination bajo la supervisión de Nintendo transmite con alegría contagiosa la energía, el humor y la sensación de aventura presentes en el videojuego.
La historia escrita por Matthew Fogel resulta simple pero efectiva, pues el guion deja claro desde un principio la dinámica fraternal y el rol que adoptan Mario y Luigi en su hermandad, roles que además exponen destellos de la forma en que cada uno afronta los problemas de su mundo personal.
Asimismo, los personajes secundarios decoran y complementan a cabalidad la aventura de Mario, quien se revela poco a poco como un héroe “anónimo” para el universo de fantasía de la valerosa y simpática princesa Peach.
Aun cuando el reparto secundario es unidimensional, la princesa Peach sobresale al inyectar mucho corazón a la cinta porque el personaje propone una princesa más guerrera, por supuesto justa y cariñosa como soberana, pero también hábil y valiente para el combate y por momentos hasta más astuta que el mismo Mario.
De la dirección de Horvath y Jelenic (directores de la excelente Teen Titans Go!), rescato la inventiva para incorporar los guiños visuales de modo orgánico dentro de la narrativa del filme.
Este esfuerzo extra por proponer acciones y gestos para cada personaje contribuye a que la película sea una experiencia inmersiva, con lo que el dúo de realizadores evita el uso gratuito y sin sentido de cuotas casi obligatorias para satisfacer al fan promedio.
El acierto visual se extiende al departamento sonoro, donde de igual modo la película se puebla de sonidos y melodías propias del juego clásico.
Las notas musicales, en conjunto con los ruidos de “maquinitas” que cualquier espectador promedio pueda reconocer, refuerzan la emotividad de las secuencias de acción e imprimen una dosis adicional de nostalgia para los fanáticos de hueso colorado, quienes con toda probabilidad se regocijan por ver y escuchar su juego favorito rugir en pantalla grande.
Super Mario Bros: La película, que se estrena este 5 de abril, funciona como un puente entre la alocada estética kitsch noventera de las primeros live-action de obras geek (Street Fighter, la primera Mario Bros., los Power Rangers), y la nueva ola de películas animadas, coloridas y llenas de cierta “electricidad”, que estallan con un juego de luces y distintos cuadros que remiten al universo del cómic y el videojuego, donde encontramos ejemplos perfectos en Los Mitchell vs las máquinas, Ready Player One y el parteaguas que fue Spider-man: Un nuevo universo.
*Cineasta. Crítico de Cine. Colaborador de CinEspacio24 Noticias
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