Crítica de Air: la historia detrás del logo, dirigida por Ben Affleck. Basada en hechos reales la cinta nos narra la historia de la creación de una de las marcas deportivas más exitosas comercialmente, Air Jordan.
Juan Enrique Bonilla*
@bconceptenrique
Una técnica de libro de texto para introducirnos al espacio-tiempo de una película es el montaje. Gracias a su habilidad para acortar una cronología mediante la unión de imágenes inconexas con el mismo tono, el montaje logra crear una secuencia elocuente y afectiva para transportarnos a lugares remotos y míticos, como los años 80 – una década en que la colocación de productos en las películas (por ejemplo, los chocolates reese’s en E.T. o toda la marca de Pepsi en Volver al futuro) era tan popular como los tenis o el basquetbol.
De este modo, Air: la historia detrás del logo nos inserta a su propuesta, una leyenda sobre deportes, nostalgia, publicidad y corporativismo “sano” que no sólo logra atrapar al público, con un guión simple, complaciente y emotivo, sino que despierta una pregunta fundamental a los amantes del séptimo arte, casualmente ligada a la historia del montaje y los avances de la vanguardia soviética, uno de los movimientos fílmicos pilares para el desarrollo del cine, ¿cuáles son los alcances de la imagen como medio para la manipulación histórica, social, política y económica?
Como su título lo estipula, la película nos relata el nacimiento de los famosos sneakers (zapatillas deportivas) Air Jordan, un suceso de triunfo “raro y revolucionario” (lo pongo entre comillas porque desde las olimpiadas de Berlín 1936, Jesse Owens promocionaría impactantemente los tenis fabricados por los hermanos Adolf y Rudolf Dassler, fundadores de las marcas Adidas y puma, respectivamente) donde la empresa “pequeña” (en este caso la transnacional Nike) toma riesgos típicos de la “innovación” capitalista para promocionar a un jugador sobresaliente pero novato, el célebre Michael Jordan.*
Uno de los aciertos de este filme es su destreza para contar el conocido arquetipo del underdog triunfante, particularmente aprovechado por las películas de deportes, donde un personaje, en este caso el ex-ejecutivo de marketing deportivo Sonny Vaccaro, tiene todas las de perder pero quiere algo tan desesperadamente que logra mover cielo y tierra para obtenerlo. El escritor Alex Convery aprovecha esta conocida estructura narrativa al pie de la letra para crear personajes con los que el público fácilmente se identifique y disfrute su trayecto: las fallas y talentos de los protagonistas son tan familiares y afines a nuestra cotidianidad, nuestras corazonadas, y las oposiciones que enfrentamos, que al salir de la película el espectador va a compartir su victoria y supremacía absoluta, aunque sea por la próximas cuatro horas.
Sin embargo, esta experiencia pasa de lo deslumbrante a lo aterrador al reflexionar sobre la artificialidad del relato. El gran truco de magia está en lo que la película es y no es: es una película de deportes, sobre Michael Jordan, y sobre una industria en desventaja que, primero, no tiene ninguna partida de basquetball, segundo, no sale Michael Jordan (sólo aparece de forma representativa y sin diálogo, como las mujeres en las películas de acción americanas en los 80), y tercero, que no es sobre ninguna empresa en verdadera desventaja (12% de la porción del mercado de tenis en 1984 es demasiado). El camino del héroe nunca existió, sólo fue una ilusión construida para vender.
Como el gobierno de la unión soviética reflexionaba desde sus principios, los filmes son un vehículo especialmente adecuado para la propaganda. El uso de imágenes y sonido para manipular la verdad crea algo atractivo para las audiencias independientemente de su edad y nivel de alfabetización. Se construye una distorsión de la realidad a través de la relacionalidad, de lo accesible y lo emocional. Así, esta película aprovecha el medio de la imagen para construir un mito, el mito del sueño americano, de las historias de éxito del capitalismo voraz, del amigo empresario que ve por las minorías, del apoyo a la creatividad e innovación, en resumen, un mito de la historia americana.
En fin, si me preguntan cuál es mi postura respecto a Air: la historia detrás del logo me atrevo a decirles que la película me encantó, me entretuvo, me divirtió, me hizo llorar, me motivó y mantuvo toda mi atención. No obstante, si van a ver esta película, y cualquier otra en realidad, invito al lector a reflexionar sobre lo que está viendo en verdad, y sobre el poder de las películas para mentir. Como dijo Noam Chomsky en su entrevista con Bill Moyers “Cuando no puedes controlar a las personas por la fuerza, es mejor que controles lo que piensan”.
Air: la historia detrás del logo, se estrena este 5 de abril en salas de cine, está protagonizada por Matt Damon, Jason Bateman, Viola Davis y Ben Affleck.
*Nota al lector: pido perdón por el uso excesivo de comillas durante el texto, pero no podía dejar escapar el potencial uso de la ironía que esta crítica ofrece.
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