La propuesta esbozada por Peter Thorwarth, director del filme, no logra despegar, ya que al final lo que vemos es un thriller de acción con un toque bastante exagerado de terror y fantasía. La trama se hace larguísima en las dos horas y pico que dura la película, es lenta y al final el que termina secuestrando y matando la emoción con la que empezamos la cinta es el guion,  que nada más no logra ordenar los elementos que propone y mucho menos consigue atrapar al espectador.

Hay una falta evidente de tensión y el rumbo que toma la historia es bastante predecible y lineal, no logra mantener la emoción durante tanto tiempo que aunque hizo el esfuerzo de adornar y explotar el concepto vampirezco, finalmente muere en el intento. Cielo Rojo Sangre no logra causar impacto y honestamente verla resulta un tanto inverosímil. No se logra concretar el drama y por ende, uno no llega a tomarse en serio la historia debido a que sus personajes no proyectan empatía, ni hablar de la idea de supervivencia.

El elemento de horror radica en la amenaza latente que hay para romper los vínculos familiares, sin embargo, aquí realmente no hay un dilema moral ni existencial más allá del revelar o no su naturaleza chupasangre. A pesar de que los personajes se enfrentan a múltiples adversidades, el exceso de estas no hacen otra cosa más que sobrecargar y prolongar la historia hasta llegar a un punto en el que la decepción es inminente. Al final las consecuencias que acompañan los eventos en la película nos arrebatan la posibilidad de conmovernos y comprometernos con la narrativa.

En conclusión Cielo Rojo Sangre te permite pasar el rato y literalmente matar el tiempo. La puedes ver en Netflix.