En Viejos presenta una de sus mejores cintas, donde la estructura narrativa no se siente forzada, las actuaciones van acorde a la fantasía tétrica que nos enseña, las tomas y los detallados primeros planos logran un sentimiento de claustrofobia y de confusión, esto aunado a una puesta en escena que conjuga de manera efectiva y entretenida los temas del largometraje: el imparable paso del tiempo y el miedo a la senectud.

Shyamalan por lo regular muestra guiones originales, pero en esta ocasión se basó en la novela gráfica Castillo de arena, escrita por Pierre-Oscar Levy y con dibujos de Frederick Peeters.

Viejos es una cinta de terror psicológico que nos narra cómo una variopinto grupo de turistas llega a una hermosa playa para pasar el día. Sin embargo, ese paraíso tropical en el que se encuentran, y de donde no pueden salir,  tiene el poder de hacerlos envejecer rápidamente, por lo que su vida sólo dura un día.

Vemos a unos niños que en pocas horas se convierten en adolescentes, un conflicto matrimonial que al llegar la noche olvidan el porqué de su pelea, un doctor al que se le agravan sus problemas de demencia senil, una vanidosa mujer quien se agobia de manera radical por sus arrugas; entre otros personaje que comparten ese inminente e inmisericorde acto de envejecer en poco tiempo.

De esa forma, el director crea un paradójico universo con microhistorias en el que el tiempo es ese ser imparable e indestructible que acaba con todo, y al mismo tiempo hace una perspicaz reflexión sobre la conducta humana y la manera en que dejamos pasar la vida sin disfrutar y atesorar el tiempo que nos toca existir.

Con un reparto encabezado por Gael García Bernal y Vicky Krieps, la película usa herramientas narrativas del terror y la ciencia ficción, para hablar de un tema que incomoda a muchos, la senectud.

Viejos tiene ese esencia de Shyamalan de contar una historia de manera arriesgada, un sello muy peculiar de este director; en esta ocasión ese riesgo logra acentuar los temas que aborda de manera atractiva.