El terror, es aquel miedo intenso que tiene alguien a algo que está fuera de su alcance y por ende que no tiene control sobre la situación. Mientras que el cine de terror es esa experiencia gozosa de pasar un buen rato –pasándola realmente mal-, espantándonos, manteniéndonos tensos y con sensaciones espeluznantes a lo largo del metraje y por supuesto después del mismo. Ahora bien, decir que una de las mejores películas en toda la historia del cine, parte del género del terror, de forma probable, puede hacer pensar al público que no la ha visto, que serán sustos tipo screamer uno tras otro, sin embargo, no es así; son sensaciones intensas, pero distintas las que muestran la película ‘The Exorcist’ (1973) de William Friedkin, con guion escrito por William Peter Blatty -escritor de la novela homónima en la que se basa la película-. Para crear una obra maestra -en cualquier expresión artística-, siempre se debe ir más allá de lo que ya se ha realizado, incluso, mostrar lo mismo, pero de una forma tan magistral que sea inolvidable para el público. Pero ¿qué hizo tan bien ‘The Exorcist’ para que después de 49 años siga siendo tan recordada por los amantes del cine? Y es que no son solo los efectos especiales que, en su época, hicieron pensar a las personas, que cualquier día, un demonio se podría colar a su hogar y provocar un evento tan perturbador como la posesión de Regan (Linda Blair). Realmente lo especial dentro de esta película, se resume, en una palabra: tensión. La atmosfera, la construcción a profundidad de los personajes y el uso excepcional de la cinematografía -sobre todo, el montaje y la corrección de color-, provocan esa tensión que se puede notar a forma de reflejo por la música ‘Tubular Bells’. Con respecto a la trama, la película es una redención de la fe, la familia y de las creencias de la Iglesia. Empezando por una madre y su hija: Chris (Ellen Burstyn) y Regan MacNeil; una familia de dos mujeres que han sufrido un divorcio. Regan está creciendo, dejando a un lado la niñez, para volverse una adolescente, mientras Chris pasa tiempo en su trabajo como actriz y en reuniones con su círculo social; ambas divididas, lejanas y sin mucha conexión. Por otro lado, la fe y las creencias religiosas, las vemos reflejadas en el Padre Damien Karras (Jason Miller) quien comienza a dudar de los dos elementos anteriormente mencionados, porque su madre que se encuentra enferma y cada vez peor. La película se divide en dos historias, que se cruzan, para decir que ni la ciencia puede explicar sucesos que solo se pueden enfrentarse con fe y el amor de una familia. Sin duda alguna, es una película con una calidad cinematográfica espectacular y que todos debemos ver, aunque sea, una vez en la vida; porque siempre el terror más sutil -sutilmente explicito- dejará más peso en la mente, que un terror que busca el susto fácil. ‘The Exorcist’ es una experiencia muy especial con el terror y con el cine en general.
*Participante de nuestro taller de Crítica Cinematográfica
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