Crítica de la cinta francesa Titane, de la directora Julia Ducournau, película ganadora de la Palma de Oro en Cannes, que nos narra de forma provocativa la vida de Alexia, una asesina serial, que para huir de sus crímenes se hace pasar por un hombre. Gran filme de terror y drama.
Por Arturo Brum Zarco*
Gracias a la fantasía y al terror se pueden crear secuencias tan provocativas para que el argumento sea más contundente y poderoso. Esa es la esencia de la película francesa Titane, una obra que tiene su mayor fortaleza en mostrar con imágenes metafóricas su premisa, es decir, no necesita y tampoco era su objetivo utilizar rebuscados diálogos para mandar su mensaje.
Dirigida por Julia Ducournau, el filme se presenta como un retrato sobre la identidad y la representación del cuerpo femenino y masculino, temas que aborda por medio del terror, el body horror y desde la perspectiva de una mujer psicópata y asesina serial, y un hombre que ante la pérdida de su hijo interpreta la realidad a su conveniencia para apaciguar su sufrimiento.
Con Titane, la realizadora francesa Ducournau, ya antes conocida y aplaudida por su ópera prima de 2016, Voraz (otro provocador trabajo, donde habla del despertar sexual de una adolescente que tiene gusto por comer carne humana), se posiciona como una de la mejores voces actuales del cine de género; ese que muchos ya han etiquetado como Art House Horror.
La directora muestra, con apenas dos trabajos, que su estilo es incomodar a través de sus planos, sus personajes, sus recreaciones visuales y sus historias poco convencionales, que seguro muchos describirán como vulgares y sin sentido; no obstante, son todo lo contrario, ya que de trasfondo hablan con perspicacia de la identidad, la usurpación y realizan una sutil crítica sobre los roles de género que nos dictan la sociedad que debemos cumplir.
El largometraje narra la vida de Alexia (primer trabajo de la actriz Agatha Rousselle, el cual realiza de manera por de más destacada), una joven bailarina erótica, quien de niña sufrió un accidente y tiene una placa de titanio en la cabeza, quien además tiene un fetiche por los carros, situación que el filme lleva hasta los extremos, creando una hipérbole en la que la protagonista tiene relaciones con un automóvil y queda embarazada de este.
Asimismo, nos la presentan como alguien sin ningún apego sentimental hacia hombres o mujeres, por lo que parece disfrutar de matar a todo aquel o aquella que muestra un interés «amoroso» por ella.
Huyendo por los crímenes que comete, se hace pasar por un joven que desapareció cuando era niño, por lo que se va a vivir con Vincent (gran trabajo de Vincent Lindon), quien a pesar de las notables diferencias, lo acepta como el hijo que perdió hace años. Entre ellos nacerá una complicidad entre perturbadora y romántica.
Así, Ducournau crea por medios de sugerentes y bien estructuradas secuencias diferentes versiones de Alexia; primero es el estereotipo de la mujer sensual y erótica que todo “hombre” desea; después es la joven psicópata y asesina con un marcado desapego a la realidad; más adelante, se hace pasar por un hombre que tiene que ser fuerte y rudo; para finalizar en una situación donde no tiene escapatoria.
Con claras referencias al cine de David Cronenberg (Videodrome, La mosca, Crash), el maestro del body horror, Titane edifica las metamorfosis y los cambios fantásticos y morbosos del cuerpo de Alexia como el resultado de una vida perturbada; el claro ejemplo de cómo el cine tiene que narrar con la imagen.
Titane, que se estrenó en salas mexicanas este 2 de diciembre, ganó la Palma de Oro en el pasado festival de Cannes, lo que ejemplifica el gran momento en el que se encuentra las películas de género, pues en ellas la provocación se convierte en un detonador para la reflexión.
*Periodista y realizador. Director y Editor en CinEspacio24 Noticias. Colaborador en Cio Noticias.
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