Dirigida por Dominga Sotomayor, Tarde para morir joven está ambientada en el verano de 1990 en Chile, cuando la dictadura de dicho país terminaba; y nos cuenta la vida de una comunidad aislada, y de dos adolescentes, Sofía y Lucas, que comenzarán a tener ilusiones y anhelos.
Por Arturo Brum Zarco* Hay momentos de ocio enriquecedores, necesarios e inolvidables, que se convierten en experiencias que marcan una vida, sobre todo en la adolescencia cuando el tiempo parece que se mueve de manera pausada y lo que sucede en ese instante se convierte en un punto de inflexión que marcará toda una vida. Ese universo de ocio adolescente es la premisa de la cinta chilena Tarde para morir joven de la directora Dominga Sotomayor Castillo, un filme que muestra a través de la nostalgia el paso de varios adolescentes al mundo adulto, donde los sueños e ilusiones se convierten en realidad o en desilusiones. Con una cámara intimista y con una paleta de colores en grises (para mantener un ambientación como si la cinta fuera un recuerdo), el filme nos transporta a una comunidad aislada, que vive en medio de un bosque en el verano de 1990, cuando terminaba la dictadura de Pinochet e iniciaba una etapa democrática para el país. Sin embargo, el largometraje de Sotomayor no es una cinta con un mensaje político, al contrario busca reflejar la idiosincrasia de unos jóvenes que viven un cambio de régimen y cómo esto establece nuevos acontecimientos; por ejemplo, la comunidad en la que se enfoca la cinta discute si es necesario llevar la luz a su recluida sociedad. Así, el filme nos presenta a varias familias que viven en ese lugar y disfrutan de sus momentos de recreación y de descanso, en medio de la naturaleza y alejado de las ciudades. De esa forma, el largometraje parecería que no tiene una narrativa clara o un conflicto que resolver sino sólo ser un tipo de espejo nostálgico de esa comunidad, en donde los adultos se preparan para celebrar el año nuevo y los niños y adolescentes juegan y tocan la guitarra, como una postal de un pueblo donde el tiempo se detuvo. En ese sentido, la cinta poco a poco va mostrando su conflicto y el mensaje que quiere mandar a través de los personajes de Lucas (Antar Machado) y Sofía (papel que realiza el actor Demian Hernández), dos jóvenes de 16 años que en ese verano descubrirán sus pasiones, el amor, sus sueños y sus ilusiones sobre su futuro: es por medio de este tiempo de relajación que su universo se expandirá para soñar en todas las posibilidades que pueden realizar en su vida. Sotomayor nos muestra a través de un guion honesto y realista, con un ritmo lento como la ociosidad de un verano y con tomas estáticas, que el paso del tiempo para estos jóvenes va en cámara lenta, pero desean que sus ilusiones se conviertan en una rápida realidad. Por esta película Sotomayor ganó el Leopardo de Oro a mejor dirección en el Festival de Cine de Locarno, en Suiza; primera mujer en obtener dicho galardón. En Tarde para morir joven la directora nos muestra por medio de la historia de dos adolescentes una metáfora a las ilusiones perdidas por la dictadura y cómo están se recuperaron gracias a la llegada de la democracia en Chile. Un filme conmovedor y nostálgico que aboga por la necesidad del descanso y la ociosidad.
Periodista y realizador. Director de Comunicación en CinEspacio24. Colaborador en Cio Noticias.
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