Pesadilla en el infierno (Ghostland), dirigida por el francés Pascal Laugier, es una buena propuesta del cine de terror slasher, ya que logra reivindicar al subgénero.
Por Arturo Brum Zarco* Beth (Emilia Jones) es una adolescente que le gusta escribir historias de terror; su sueño es convertirse en una reconocida escritora del género, casi tan importante como su ídolo el escritor Lovecraft. Viaja junto con su madre Pauline (Mylène Farmer), quien siempre aplaude sus textos; y con su hermana Vera (Taylos Hickson), que no se cansa de burlarse de su ella y llamarla rara. Se dirigen a su nueva casa, una cabaña en el bosque que les heredó un familiar. Cuando van en la carretera, un extraño camión de helados y dulces las alcanza, sólo para que el conductor las salude desde su ventana; no vemos quién maneja pero la sombra y su vehículo es aterrador. Ellas realizan una parada en un pequeño mini supermercado, ahí Beth lee la noticia de un asesino que tiene la perturbadora costumbre de matar a los padres de familia y dejar con vida a las adolescentes para torturarlas (en ese momento la cinta pone la premisa de lo que veremos). Al llegar a su nuevo hogar, encuentran un sitio lleno de muñecas viejas, rotas o en buen estado (un recurso muy utilizado en la cintas de terror, pero que siempre da resultado para provocar un ambiente tétrico). Mientras están desempacando son atacadas por dos personajes (la cinta de inmediato nos pone en acción). Uno es un tipo grande y gordo que sólo hace ruidos guturales; la otra parece ser una mujer, con una cara sombría y diabólica. Ellos intentan torturar a la niñas y matar a la madre. Pesadilla en el infierno (para variar un espantoso título en español, ya que le quita esencia de lo que busca la película), pertenece al subgénero de terror slasher, aquel donde un psicópata asesina o tortura a adolescentes (por ejemplo, Viernes 13 o Halloween). Dirigida por el francés Pascal Laugier, el filme, sobre todo, intenta reivindicar al subgénero al que pertenece, tocando temas profundos y tratando a los personajes femeninos con más sutileza, no las pone con ropa sexy o teniendo sexo, como es ya la desagradable costumbre de varios directores; sino todo lo contrario, nos presenta a adolescentes más reales, y esa sinceridad le da un toque más verosímil y refuerza el argumento y terror de la cinta. Provoca mayor identificación y resalta la tensión en el espectador. Asimismo, no da explicaciones de quiénes son los malignos personajes (elemento que no es necesario), muestra sus características e intenciones con las imágenes que la cinta propone, es decir, su buena fotografía y sus escenas bien hechas dicen más que algún incoherente diálogo para explicar las cosas. Juega con la mente de los personajes y ese es un punto atractivo de la cinta, profundiza en la psicología de cada uno de ellos. De esa forma, Pesadilla en el infierno, sin ser una obra maestra pero sí una buena película, reivindica al subgénero que pertenece y plantea una propuesta diferente. Buena opción, buen cine de terror, que abre el debate en varios temas.
*Periodista y Realizador. Director de CinEspacio24 Noticias. Colaborador en Cio Noticias y en Oculus Todo el Cine.
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