Crítica de la cinta española Mujeres al borde de un ataque de nervios, del reconocido director Pedro Almodovar. Texto realizado en nuestro taller de Crítica Cinematográfica.
Por Laura Alinne Rivero Fragoso* Durante la época de rebeldía y el aire de libertad que se respiraba en España tras el fin del Franquismo, el joven Pedro Almodóvar experimentaba un cine en donde las perversiones sexuales, las adicciones y las realidades marginales fueran el foco de críticos e incautos conservadores. Aquellas historias prohibidas con tintes surrealistas como Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980), Laberinto de pasiones (1982) y ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984) marcaron la primera etapa del director manchego. Con Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988) se abre paso a un cine con argumentos más sensatos para abordar una visión femenina de lo doloroso del amor. Pepa (Carmen Maura) una actriz y dobladora de voces, una mujer independiente pero perdidamente enamorada de Iván (Fernando Guillén), un hombre con quien comparte profesión. Después de que Iván le deja un mensaje en el que le avisa que se marcha, desesperadamente lo busca para hablar con él y suplicarle que se quede con ella. En su camino, conoce a Carlos (Antonio Banderas), hijo de Iván y de Lucia, quien va con su novia interesados en comprar el piso de Pepa. La histeria comienza a ser la flama que provoca un hervidero de problemas. Por un lado los daños colaterales de Pepa: una cama en llamas, un teléfono rojo que atraviesa una ventana y una bebida que obliga que te quedes en ese sitio contra tu voluntad; llega Candela (María Barranco ) con un delirio de persecución por haberse metido con un hombre equivocado y Marisa (Rossy de Palma), con una cara de pocos amigos aferrada a que el matrimonio la hará feliz. Hay de histerias a histerias y definitivamente la más letal es Lucia (Julieta Serrano), la ex pareja de Iván, quien acaba de salir de la clínica psiquiátrica y que aún sigue obsesionada con recuperar al padre de su hijo, bajo la filosofía “si no es mío, no será de nadie”. Esta bola de nieve argumental no se disfrutaría sin el trabajo del diseñador Antonio Alvarado, en donde chicas más jóvenes salen vestidas con lo más icónico de la moda de los 80 que contrasta con las vibras sesenteras del vestuario de Lucia. No hay que negarlo, el tiempo ha pasado pero los males de amor siguen siendo los mismos, algunos ya con nombres (ghosting, caspering, falta de responsabilidad afectiva, etc) y Mujeres al borde de un ataque de nervios puede ser un reflejo de los males que un corazón roto ocasiona. *Participante de nuestro taller de Crítica Cinematográfica
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