Crítica de Mi amigo robot, dirigida por el español Pablo Berger. El filme nos cuenta la historia de un perro que crea a un robot para no sentirse sólo, pero por un desafortunado acontecimiento se tienen que separar. Cinta nominada al Oscar a Mejor Película Animada.
Juan Enrique Bonilla*
@bconceptenrique
Uno de los grandes problemas del cine comercial, orientado a maximizar el consumo y no la creatividad, es que, mediante el uso de fórmulas poco atrevidas y sumamente trilladas, no despierta la capacidad de observar del público. Frecuentemente, subestima la inteligencia de los espectadores y nos expone el mensaje de la película mediante diálogos explícitos, en lugar de apoyarse en algunas de las seis dimensiones de las artes espaciales y temporales como la danza, la música, la literatura, la arquitectura, la escultura y la pintura.
En consecuencia, al cine silente se le conoce como una de las mayores expresiones del séptimo arte pues, ante la ausencia de diálogo, busca comunicar su narrativa y emociones visualmente. No se necesitan discursos rebuscados o diálogos aleccionadores para simpatizar con los personajes, hacernos llorar, reír o aprender algo.
Si no me creen, no necesitan ir tan lejos, algunas de las caricaturas que muchos de nosotros tuvimos la dicha de disfrutar en nuestra infancia son un ejemplo claro del poder de la imagen y la música sobre el diálogo: Ernesto el Vampiro, Pingu, La Pantera Rosa, Shaun el Cordero, Ziggy, entre otros, lograron cautivar nuestros corazones sin la necesidad del habla.
Mi Amigo Robot (Robot Dreams) , filme animado basado en el cómic homónimo de Sara Varon, es una película que sabe que el cine es más que diálogos, y que para entender la soledad o el amor no hacen falta palabras. Situada en Manhattan de los años 80, esta cinta, nominada al Oscar a mejor película animada, nos cuenta como Perro cansado de estar solo decide construir un robot para que sea su amigo. Sin embargo, una noche de verano Perro se ve obligado a abandonar a Robot en la playa, y nos lleva a preguntarnos si algún día volverán a estar juntos y dejarán de sentirse solos.
Mediante elementos humorísticos no verbales, o humorismo de situación, la película logra equilibrar los momentos tristes y reflexivos con el entretenimiento. El diseño de los personajes basado en figuras redondas nos ayuda a proyectarnos en ellos y entender las situaciones difíciles por las que están pasando. Además, el uso de visuales nostálgicos de la época de los 80 como cassettes, maquinitas o ciertos atuendos y marcas crea una atmósfera que nos incita a querer participar en el mundo que retrata.
El mayor acierto de la cinta recae en su guion, el cual maneja el abandono y la incomunicación como algo complejo, y que no tiene una única solución: frecuentemente, el remedio a nuestros problemas no viene de un sólo lugar, persona o de la forma que esperábamos, y eso, aunque puede ser triste, no es malo. Este mensaje se reafirma constantemente por medio de subrelatos agridulces que introducen personajes memorables y situaciones vinculables que sirven para avanzar la trama y añaden perspectivas al problema principal.
Mi Amigo Robot, que se estrena este 7 de marzo, es una película que recomiendo para toda la familia, tanto niños, adultos, solitarios o personas en una relación se conmoverán y encariñaran con los personajes. Aun si morimos solos y nacemos solos, no tenemos que vivir solos, y la compañía puede venir de muchos lados, de un «Robot», de un perro o al mirarnos en el espejo.
*Crítico de Cine. Colaborador de CinEspacio24.
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