Crítica de la película Madres Paralelas, dirigida por el gran Pedro Almodóvar; cinta protagonizada por Penélope Cruz y Milena Smit. Un drama desgarrador sobre dos mujeres que se convierten en madres el mismo día.
Por Silvia Suleyka V. Arzaluz Lozano*
A lo largo de su trayectoria, Almodóvar nos ha legado una amplia variedad de películas conmovedoras e hilarantes. La manera tan soberbia e ingeniosa que tiene para incorporar elementos como el melodrama y la irracionalidad de los hechos humanos, le dan más fuerza a los sentimientos y a la improvisación para crear una atmósfera contracultural, capaz de dotar a sus personajes del poder de trascender las barreras de lo políticamente correcto y de darle rienda suelta a las pasiones de sus protagonistas, hasta llevarlos a un nivel que rompe con todos los esquemas.
En ese sentido, Madres Paralelas es una película desgarradora con un trasfondo mucho más sólido y complejo en comparación a sus filmes anteriores. La premisa que se mantiene constante en esta película es el tema de las pérdidas familiares, que deviene en la identidad y valor del pasado, repercutiendo con gran fuerza como condición de posibilidad del presente. Este desarrollo nos permite constatar la madurez del director al combinar un arsenal de emociones que nos llevan del humor, la pasión y el suspenso a la profundidad de un drama.
La primera parte de la cinta narra el duelo de un pueblo que experimentó la pérdida de los hombres, quienes fueron arrebatados de su familia durante las desapariciones forzadas durante el franquismo, oscuro periodo que fue el contexto que forjó a grandes artistas como Dalí, Luis Buñuel, Federico García Lorca y que también tuvo alto impacto en la formación del mismo Pedro Almodóvar, quien usa como estandarte y vocera de su propio sentir a la protagonista de esta historia, Janis (Penélope Cruz), una fotógrafa que recurre a Arturo (Israel Elejalde), un antropólogo forense que tiene los conocimientos y buena voluntad para apoyarla en iniciar una excavación que permita confirmar la identidad de los desaparecidos en una fosa común.
Así, Janis y Arturo se involucran en un tórrido romance que tiene como consecuencia la procreación de un bebé. Este hecho nos lleva a la segunda parte de la historia y nos presenta a Ana (Milena Smit), una mujer embarazada a quien Janis conoce en un hospital, cuando ambas están a punto de dar a luz. De esa forma, el director no muestra la esencia del filme, Janis no se arrepiente y anhela con toda su alma el nacimiento de su bebé, en cambio, Ana, es muy joven, está asustada y traumatizada. Entre ellas nacerá un vínculo muy estrecho que cambiará sus vidas.
La cinta es un conmovedor melodrama, arraigado en la tragedia e impunidad de un país que al igual que el nuestro aún clama por la justicia de los desaparecidos y sus familias. Madres Paralelas conjuga los problemas suscitados del presente para abordar la incompetencia de las instituciones y los poderes derogados en el Estado, con los conflictos que acompañan a la maternidad, esto de una forma paralela: por un lado está presente el anhelo de una mujer que lucha contra reloj para satisfacer su necesidad de ser mamá y por otra parte nos presenta a una mujer que no quiere ser madre.
Ambas historias se entrelazan para siempre, el amor inesperado, la confusión, el ocultamiento, dos pérdidas, y una vida que une a dos mujeres abismalmente distintas, en edades e historias, pero que pese a ello tienen mucho común.
Como todo lo que tiene el sello rojo “hecho por Almodóvar”, su cine es vanguardista a pesar del paso de los años, incorporando elementos autobiográficos que van desde sus mujeres, sus divas, sus icónicos personajes de la comunidad LGBT y como diría el cantante Joaquín Sabina sus chicas Almodóvar. Con Madres Paralelas, que se estrenó este 18 de febrero en la plataforma de Netflix, se acentúa el hecho de que Almodóvar ya tiene un lugar en la gloria del cine y el corazón de su público.
*Filósofa. Crítica de cine. Colaboradora en CinEspacio24
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