Crítica de La casa, película terror y animación, que nos narra tres historias diferentes, una familia pobre, un promotor inmobiliario y una casera hastiada, quienes están conectados a la misma casa misteriosa. Tenebrosa y buena cinta.
Dirigida por Emma De Swaef, Marc James Roels y Niki Lindroth von Bahr, La Casa es una comedia negra y de terror, y una película animada realizada en stop motion, que nos cuenta tres historias protagonizadas por diversos personajes, cuya narrativa se desarrolla en distintos tiempos pero con un escenario en común: una casa cuyo particular efecto sobrenatural en sus habitantes hará que sus pesadillas se hagan realidad. La casa es una propuesta simple, inteligente y ambiciosa que explota al cien el stop motion, como un recurso que contrasta con el efecto del thriller psicológico, para transmitir a la audiencia la sensación de hilaridad y angustia, que usualmente acompaña a las historias cuyos protagonistas son encantadores muñecos hechos a base de distintas texturas. La estructura de este largometraje se constituye de tres historias: la primera se titula “Y se teje una mentira que se oye internamente”, la cual nos presenta a Raymond, quien a pesar de su devoción y esfuerzo no ha logrado prodigar a su familia de suficiente estabilidad económica y que constantemente es humillado y despreciado por ello. Harto de su situación, sale a caminar en la noche y a manera de una especie de pacto tenebroso, acepta la caridad de un benefactor misterioso, un arquitecto que trabaja en las sombras y se mantiene sospechosamente oculto en su trabajo. Las preguntas que acompañan esta primera parte de la película son las siguientes: ¿cuánto sacrificamos por la vanidad de demostrar al prójimo quiénes somos?, ¿qué es lo que legitima nuestra identidad: el ser o el tener?, ¿la inocencia es la manifestación del buen juicio y ejercicio de autoconciencia? La segunda lleva por título “Entonces se pierde la verdad que no puede ganarse”, que trata sobre un ratón que es contratista, que se enfrentará a un fuerte dilema entre el deber-ser y a una plaga que amenaza algo más que su trabajo. Personalmente es la historia que más escalofríos me causó, ya que el trasfondo que aborda es mucho más complejo que lo que se capta a simple vista, me confrontó las siguientes cuestiones, ¿la carrera hacia al éxito, es en realidad una carrera de ratas? Considero que alude a la frase popular rat race, que sirve como una metáfora que compara a los humanos con roedores que intentan ganar una recompensa (el queso), en vano, refiriendo a una lucha competitiva para superarse y conquistar el sueño dorado del éxito ya sea de manera financiera o rutinaria. Por último, en la tercera historia llamada “Vuelve a Escuchar y Busca el Sol”, conocerás a Rosa, una gatita arrendataria cuyo perfeccionismo, sumado al abuso que sufre por parte de Elias y Jen, un par de inquilinos que le pagan con pescado y cuarzos que prometen alinear sus chacras, la mantienen al borde del colapso nervioso. Rosa es uno de los personajes más complejos, pero también más reveladores que cierran con broche de oro la ilación de estas tres historias, ya que ha convertido su pasión en una obsesión que la atormenta y que peligrosamente la ha llevado a perderse a sí misma, al punto en el que es incapaz de reconocerse a sí misma fuera de su propiedad y su trabajo. ¿Cuántas personas no consideran que la fórmula de la felicidad es trabajar para poder vivir? Sin darse cuenta de que se han enajenado, al punto en el que sólo viven para trabajar. La Casa es una maravillosa propuesta que, bajo la premisa del terror, logra causarnos miedo sin necesidad de apelar a sustos baratos (a los que desgraciadamente el cine contemporáneo nos había acostumbrado, me refiero al fenómeno en donde pasamos de la quietud del silencio a los estruendos para sobresaltar al pobre espectador) o a la presencia de lo sobrenatural. Esta película, que puedes disfrutar en la plataforma de Netflix, nos da la capacidad de introspectar, partiendo de escenarios simples y un planteamiento honesto, logra profundizar y sorprender al espectador con la crueldad de los temores que interpelan la existencia, el azar y el riesgo de perdernos en la profundidad de nuestra condición humana.
*Filósofa. Analista cinematográfica. Colaboradora en CinEspacio24
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