Crítica de Juegos Inocentes, película noruega de terror dirigida por Eskil Vogt, quien narra la historia de unos niños que gracias a sus habilidades de telequinesis cometen actos violentos.
Por Arturo Brum Zarco*
En 1954 el escritor británico William Golding invitaba a reflexionar sobre la maldad humana desde una mirada infantil, lo hacía por medio de su novela El señor de las moscas, la cual narra la historia de un grupo de niños que por un accidente aéreo se quedan solos en una isla desierta y comienzan a crear reglas para sobrevivir que poco a poco se convierten en actos sangrientos y violentos.
Hay muchas interpretaciones sobre la obra de Golding, no obstante es un hecho que aborda un tema real y perturbador, la malicia que existe en la infancia. En ese sentido, no crítica las sanas travesuras de los niños, sino los sucesos que superan el límite de la moral, y de esa forma aborda una pregunta que se ha cuestionado la humanidad a lo largo de su historia: ¿el ser humano es malo por naturaleza?
Esta icónica novela se ha adaptado al cine en dos ocasiones, una producción británica de 1963 dirigida por Peter Brook, y otra estadounidense bajo la realización de Harry Cook; sin embargo, quizá la adaptación mejor lograda es la parodia que hace Los Simpson en el capítulo 14 de la temporada 9, titulado El autobús de la muerte, una verdadera delicia.
En el cine no son pocos los ejemplos sobre la violencia vista desde la mirada infantil y muchos menos si son obras de terror, está la película El otro (1972) de Robert Mulligan, sobre unos gemelos que comienzan a realizar travesuras siniestras; el filme español ¿Quién puede matar a un niño? (1976) de Narciso Ibáñez Serrador, sobre unos niños que tienen el control total de un poblado; la gran obra mexicana Venenos para las hadas (1986), del Duque del terror, Carlos Enrique Taboada, la historia de dos niñas que juegan a ser brujas y su imaginación se sale de control; o recientemente el provocador largometraje austriaco Dulces sueños, mamá (2014), que narra cómo dos niños no reconocen a su madre después de que ella se hizo una cirugía en el rostro.
Estas películas además de ser productos de gran calidad, muestran lo efectivo que es el uso de los niños en narraciones de terror y si a eso le agregamos de trasfondo lo violentos que pueden ser los niños, el resultado es por demás abrumador.
Todo lo anterior se puede apreciar en la cinta de terror Juegos Inocentes, filme noruego dirigido por Eskil Vogt, quien ha destacado por participar en los guiones de las cintas La peor persona del mundo (2021) y La maldición de Thelma, las dos dirigidas por Joachim Trier. Ambos cineastas ya son un referente del cine Noruego.
Juegos inocentes es el segundo largometraje de Eskil, su ópera prima fue Blind (2014) un drama sobre una mujer que pierde la vista. En esta reciente película Eskil vuelve a realizar un drama pero ahora desde el punto de vista de cuatro niños que tienen poderes sobrenaturales y donde la malicia permea en ellos.
El filme narra cómo la familia de Ida, una niña de nueve años, se muda a un conjunto de departamentos que se encuentran en los suburbios de Oslo. Junto con su hermana, que tiene autismo, conocen a otros dos niños (los cuales no tienen una buena vida familiar). Así, entre sus cotidianos juegos van descubriendo que tienen habilidades de telequinesis y telepatía.
De esa forma, sus juegos que comienzan siendo inocentes terminan por ser sádicos, sobre todo por la mentalidad de uno de ellos, ya que sus actos cada vez se vuelven más sangrientos y salvajes, llegando a un punto donde la maldad es la única razón que entiende para sobrellevar sus días.
Resalta la gran actuación de los niños, donde se nota la inocencia y la incomprensión de sus habilidades. Asimismo, la película destaca por no explicar sino narrar, es decir, no cae en resoluciones simples para definir las cosas sobrenaturales, todo lo presenta por medio de la imagen y la puesta en escena.
Como buena película escandinava el paisaje se vuelve un personaje más, ya que el conjunto de departamentos parecen estar encerrados en medio de un bosque, lo que da ese sentido de contraste tan particular del cine noruego: un lugar idílico en apariencia pero inhóspito.
Usando una narrativa sobrenatural, el director acentúa la violencia que existe en los niños, y su premisa llega a un buen resultado al poner muy pocas veces en el encuadre a los adultos, para dar la sensación de que el mundo le pertenece a los niños y sus reglas son las únicas que existen, así como en El señor de las moscas.
Juegos inocentes, que se estrena en salas de cine este 4 de mayo, tiene secuencias perturbadoras e incómodas para retratar un tema que no es sencillo platicar ni pensar, la maldad infantil .
*Periodista y realizador. Director de CinEspacio24.
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