Crítica de Emergencia en el aire, película surcoreana dirigida por Han Jae-rim, quien construye una catástrofe espectacular colmada de horror y suspenso, al narrar las historias detrás de una catástrofe aérea.
Resulta indudable que existen géneros cinematográficos más consentidos que otros por las grandes audiencias. Entre ellos encontramos, por nombrar algunos, las películas animadas familiares, las comedias y los thrillers. El filme surcoreano Emergencia en el aire encaja en el subgénero de películas de desastres, una narrativa que, las más de las veces, encuentra también un amplio público afín a este tipo de trama. Una producción “fácil” de producir en apariencia, ya que crear el filme de desastres por antonomasia significa cocinar con ingredientes específicos: el escenario de la catástrofe, una familia o algún grupo de personas en el ojo del huracán, y una serie de retos que les darán herramientas para sobreponerse a dicho evento. En 1999, por ejemplo, se estrenan Armagedón y Titanic, ambas superproducciones que coquetean con la disaster movie, pero con una historia y tono absolutamente diferente. Armagedón, por un lado, es una aventura espacial colmada de rock, explosiones y músculos, mientras que la película del barco es un épico melodrama de romance, espolvoreado con suspenso y acción. En años recientes encontramos La falla de san Andrés (2015), película de acción con Dwayne Johnson como un bombero que debe rescatar a sus hijos luego de un terremoto en Los Ángeles. O la noruega La última ola (2015), cinta con sutil comentario sociopolítico acerca de un científico que alerta a las autoridades sobre un inminente evento meteorólogico provocado por el cambio climático. En palabras menos, para cualquier realizador la disaster movie representa un subgénero fértil con el que puede experimentarse con los clichés y ejercitarse el brazo creativo, en especial lo relacionado con el trabajo de montaje y efectos visuales. A todas luces, la misión del director Han Jae-rim consiste en justamente lo anterior, pues concentra todo su esfuerzo en exprimir el presupuesto y construir una catástrofe espectacular colmada de suspense y horror. Explosiva experiencia que sobrecoge por las intensas escenas de acción, así como por la atmósfera de angustia que Jae-rim sostiene y manipula a lo largo de poco menos dos horas y media. El realizador propone una narrativa y emplazamientos de cámara impersonales que dibujan un bosquejo general de actores “principales”, donde no hay ningún indicio de una dinámica de héroe versus villano, ni tampoco se da pie al surgimiento de una figura que sea sinónimo de valentía o fuerza, o que posea alguna habilidad destacable. Dichos planos abiertos que reproducen el ajetreo común de cualquier aeropuerto importante, mantienen al espectador en constante sensación de vigilia, en estado de alerta y nerviosismo ante la azarosa posibilidad de quedar atrapados en medio de un accidente o un evento violento, ya sea por error humano o desastre natural, o porque algún individuo colérico perdió la cabeza. Jae-rim plantea que la “voz principal” y narradora quede constituida por un conjunto de pilotos, testigos/familiares, policías y políticos que, desde su compañerismo, empatía e instinto de supervivencia, luchan por salvar a los pasajeros del avión. Este espíritu combativo por momentos encuentra réplica entre los mismos desafortunados viajeros. El acierto de realización es rotundo. Tener como escenario un vuelo comercial propicia que la colección de rostros, edades y clase sociales se diversifique y nos permita como audiencia identificarnos con facilidad con cualquiera de ellos; sentimos como propio el agobio, sufrimos con su incertidumbre y reunimos el coraje para tratar de aliviar los daños y evitar una tragedia mayúscula. Además, Jae-rim desarrolla una historia paralela contada desde el punto de vista del jefe detective Gu In-ho (el siempre simpático Song Kang-ho) y su fiel pero torpe comitiva de polícias, equipo sorpresivamente resolutivo cuyas pesquisas en tierra funcionan para que recobremos el aliento entre cada secuencia de alarido en los aires. El carisma natural del veterano Kang-ho lo revelan escena con escena como una suerte de héroe anónimo, el industrioso servidor público que con algo de fortuna y mucha astucia, empuja a propios y extraños a afrontar escenas terroríficas, resolver con astucia reveses inesperados y, al final, luchar contra la indolencia y lentitud de la burocracia voraz de los mercaderes del transporte aéreo. Los investigadores descifran de forma gradual el cómo y el por qué fue atacado el vuelo, respuestas que provocan cierto shock en lugar de consuelo pues exhiben sin tapujos una realidad con la que tristemente chocamos con frecuencia en los encabezados de las noticias internacionales. Jae-rim no vacila en exponer un panorama mundial convulso que conjuga terrorismo, clasismo, y un malestar y estrés generalizado en la sociedad, conceptos que erizan la piel y revuelven el estómago aun cuando su manifestación más violenta la leamos/veamos a la distancia. La postura del director y guionista surcoreano de utilizar una perspectiva casi propia del cine de horror, cobra mayor relevancia y valor durante la imagen final del filme, aquella que se ciñe al melodrama lacrimógeno pero que le hace justicia al viaje infernal que acabamos de atestiguar. Un epílogo que me atrevo a calificar de esperanzador. Por último, cabe señalar el sobresaliente trabajo del equipo de fotografía, montaje y sonido, cuya labor minuciosa eleva lacalidad de la realización ya de por sí brillante de Jae-rim. Existen al menos dos secuencias viscerales con un excelente empleo de efectos visuales y foto, escenas de largo aliento que de igual manera refuerzan los aciertos del guión porque nos transportan de la comodidad de nuestras butacas a la trepidante lucha a contrarreloj del avión surcando los aires sin control. Emergencia en el aire se estrena este 29 de septiembre. *Cineasta. Crítico. Colaborador de CinEspacio24 Noticias
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