La película mexicana Ya no estoy aquí, de Fernando Frías, está cerca de conseguir su nominación al Oscar a Mejor Película Extranjera; un merecido reconocimiento a un cinta con claras referencias al neorrealismo italiano.
Por Ivan Quecha Reyna *
Contrariamente a lo que se piensa, el cine mexicano ha tenido un despertar no sólo en cantidad de películas realizadas en la última década, también en su calidad.
Haciendo un paralelismo con su justa dimensión, en el neorrealismo italiano recordamos una Italia triste, sumida en depresión de una guerra perdida de la mano del fascismo.
En México tenemos las heridas aún abiertas de la llamada «guerra contra el narco» iniciada por Felipe Calderón en 2006, que sumió al país en una espiral de violencia que continúa hasta nuestros días.
Películas como Sin señas particulares, La libertad del diablo, Hasta los dientes y Las tres muertes de Marisela Escobedo son una muestra de estas historias dolorosas y recientes en México.
También vemos rasgos de neorrealismo en varias películas mexicanas actuales, que recurren a «no actores» para darle un aire más auténtico a las narrativas: Mano de obra, Huachicolero y Ya no estoy aquí son ejemplos de esta herramienta estética utilizada para dar frescura a los filmes.
Justamente este es uno de los puntos fuertes que destaca de la película de Fernando Frías, Ya no estoy aquí, donde vemos a jóvenes bien dirigidos en cámara mostrando una faceta poco conocida incluso en México: la cumbia rebajada.
Y la polémica vino de la herida de siempre, las diferencias sociales: mucha gente se quejó de que «no todo México es así» por lo que no debería “representar” al país; y efectivamente así es, vivimos muchos Méxicos entre las fronteras de nuestra nación, pero quizá una de las partes más ricas del cine es mostrar lo desconocido hasta volverlo familiar, para reconocer otras formas de vivir que no son tan lejanas como creemos.
La película continúa su camino hacia los premios Oscar: quedó entre las finalistas a ser elegidas como candidatas el próximo 15 de marzo, y seguramente competirá pues sí trae calidad narrativa, estética y el entretenimiento necesario para ser considerada un gran filme.
Podemos voltear a ver el cine mexicano que vale la pena ver, y darnos cuenta que efectivamente no debemos dejar que estas historias no sean contadas, para no desdibujar un momento histórico en el que México está reinventándose para entrar de lleno al siglo XXI.
*Periodista y Comunicador. Director de CinEspacio24.
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