Ambientada en 2027, Divino amor nos narra un futuro donde la mayoría de la población brasileña es fiel seguidor de la iglesia evangélica. Una fina crítica al contexto actual que vive Brasil.
Por Arturo Brum Zarco*
La derecha conservadora y evangélica de Latinoamérica creció y encontró en el Brasil del presidente Jair Bolsonaro el lugar idóneo para que sus intolerantes ideas fueran una realidad. En dicho país, los seguidores de las iglesias evangélicas ha aumentado un 61% en los últimos 10 años y cada vez hay mas diputados a fines a estas corrientes religiosas, según datos del periódico El país.
La figura de Jair Bolsonaro representa la homofobia, la xenofobia, el maltrato al libre pensamiento, la militarización, y para los líderes evangélicos la gran oportunidad de participar en las leyes brasileñas.
En ese peligroso contexto en el que se encuentra Brasil, afortunadamente su cine ha sido una voz crítica ante un gobierno que parece tener como objetivo erradicar cualquier idea diferente a la suya. Para ejemplo la cinta Divino amor.
Dirigida por Gabriel Mascaro, Divino amor es una alegoría futurista donde la mayoría de la población brasileña es evangélica y la sociedad prioriza el cuidado de la familia tradicional: hombre, mujer, hijos.
La cinta destaca por su dura honestidad con la que Mascaro muestra su argumento, primero porque lo sitúa en el año 2027, para así advertir que ese futuro dispótico que narra está cercano y puede ser una terrible verdad. Asimismo, la manera en que cuenta la cinta la hace diferente y novedosa, ya que no nos presenta a un personaje que pelea contra este sistema religioso y autoritario, al contrario, el personaje principal defiende sus creencias y lucha para que todo el pueblo se alinee a la idiosincrasia evangélica.
Esa forma de abordar su premisa, la combina el director a partir de una ambientación con un color rosa fluorescente, donde crea un mundo onírico y simbólico donde la sociedad ha creado nuevas formas de convivencia y prácticas religiosas para fortalecer sus instituciones y conseguir más seguidores. Un mundo que a primera vista parece libre y amoroso pero que en realidad es hermético e intolerante.
Mascaro presenta esa intolerancia utilizando uno de los pasajes bíblicos más conocidos, el que tiene que ver con María y su hijo. Así, el filme hace una sutil e inteligente crítica al movimiento religioso que describe.
Divino amor nos narra la vida de Joana (destacable papel que realiza Dira Paes), una mujer que tiene un puesto burocrático donde se encargada de preparar los papeles para que la gente se divorcie; sin embargo, ella pone sus funciones principales a parte y convence a las parejas para que asistan a los rituales de su iglesia con el fin de que su amor renazca.
Así, vemos a Joana como una parte del gobierno que no cumple su trabajo, sino que realiza una especie de reclutamiento, que se presenta de forma amorosa y reconciliadora.
Joana participa en todos los eventos de su congregación y asiste continuamente a platicar con un pastor que recibe a la gente en sus carros, como lo hiciera alguien que fuera a comprar comida rápida. Está casada y quiere embarazarse, pero ella y su esposo tienen problemas para tener un hijo; pero cuando lo logran, no es lo que esperaban.
El director entiende el contexto en el que vive su país, y realiza una cinta alegórica, entretenida, reflexiva, llamativa, con una propuesta visual atractiva; además, combina todo esto con toques de ciencia ficción, al poner avances tecnológicos que van acorde al pensamiento religioso de la sociedad.
Divino amor entra en ese cine brasileño que está exigiendo a la sociedad que ponga más atención sobre las acciones de los gobernantes, algo parecido a lo que hace la cinta Bacurau de Juliano Dornelles y Kleber Mendonça Filho, que tienen en común crear futuros distópicos que no están muy alejados de la actual realidad.
La cinta la puedes en la Cineteca Nacional
*Periodista y realizador. Director y Editor en CinEspacio24 Noticias. Colaborador en Cio Noticias.
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