Crítica de la cinta C’mon C’mon, dirigida por Mike Mills y protagonizada por Joaquin Phoenix; un filme conmovedor sobre un periodista que tendrá que convivir con su inquieto sobrino.
Por Martín L. González* El año pasado cuando se estrenó C’mon C’mon en los Estados Unidos su director Mike Mills comentó que una de la razones por la que decidió llevar a cabo este proyecto, fue la necesidad de dar voz a niños de diferentes perfiles, ya que considera que pocas veces se le hacen preguntas importantes a los infantes. Para afrontar esto, el cineasta creó una cinta que utiliza el paso del tiempo como una herramienta narrativa, exponiendo de esta forma la evolución del pensamiento que debemos afrontar como individuos, contraponiendo los ideales que permean a una joven mente con las dudas que embrujan la cabeza de alguien mayor. Así, Mike Mill nos muestra la historia de Johnny (Joaquín Phoenix), un periodista de radio que viaja por diferentes ciudades para poder entrevistar a niños de todo Estados Unidos, cuestionando su visión del futuro y la manera en la que perciben la vida según sus limitantes. Sin embargo, tras un año de perder contacto con su hermana Viv (Gaby Hoffman), estos deben encontrarse a causa de una enfermedad mental que azota al marido de Viv, quien le pide a Johnny que cuide a su hijo Jesse, un enérgico niño que se ha visto envuelto en momentos difíciles. Esta situación permite que Johnny conviva tiempo completo con un niño, quien no solamente rompe los parámetros que rigen su vida, explorando de esta forma las relaciones que pueden desplegarse entre niños y adultos. De esta forma, el cineasta explora un sin fin de interrogantes que rayan en lo existencialista, abordado desde la perspectiva infantil. En ese sentido, desde los primeros minutos los parámetros sobre los que se despliega el filme, involucra al espectador de tal manera que lo que enfrenta a las opiniones de los niños entrevistados, por ello es que a pesar de que la cinta podría ser etiquetada de lenta, el objetivo de la película consiste en atacar el lado sentimental del público. Lo anterior resulta eficiente gracias a que opta por mostrar un producto que se torna nostálgico, en este aspecto, el uso de una paleta de colores que desglosa una gran cantidad de escalas de grises consigue transmitir un sentimiento de nostalgia, teniendo una función que va más allá de la simple belleza estética, lo que le permite fungir como un aspecto narrativo que a la par de los distintos puntos de vista que aborda, nos enseña que no existen perspectivas completamente buenas o malas. Y si antes hablábamos de lo fácil que podría ser que la película se tornara lenta, esto es algo que la cinta logra surcar en gran medida gracias al gran trabajo actoral de los protagonistas y su química en pantalla (resalta el trabajo de Joaquin Phoenix), permitiendo que interacciones cotidianas sean conmovedoras y cobren fuerza con el transcurrir de la historia. C’mon C’mon, que se estrena este 28 de abril en salas mexicanas, en una cinta redonda, que nos lleva a reflexionar sobre lo importante que es escuchar y entender las opiniones de los niños, una gran opción para este fin de semana. *Crítico de cine. Colaborador de CinEspacio24.
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