«Black Adam», la cocina de Dwayne – CinEspacio24

«Black Adam», la cocina de Dwayne

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Crítica de Black Adam, película de superhéroes dirigida por Jaume Collet-Serra, y protagonizada por Dwayne Johnson, quien da vida a un antihéroe con grandes poderes. 

Por Isaac Piña Galindo*

@IsaacPi15a 

En la lucha libre profesional, particularmente en empresas como la millonaria WWE, demostrar una fuerte personalidad, temple y presencia escénica se considera igual de valioso que dominar el arte del pancracio o detentar la habilidad atlética para dar golpes y volar por la tercera cuerda. En la “época Attitude” de WWF y después WWE, en los 90 y a principios de los 2000, Dwayne “La Roca” Johnson brilló por su atleticismo y su carisma, atributos apuntalados por un carácter encantador y desvergonzado que se ganó el cariño del público durante varios años, ya fuera en su rol de técnico o rudo.

La Roca ha sido de los pocos, sino es que el único, luchador (y deportista) que replicó su éxito dentro del cuadrilátero en el cine, pues ha logrado labrar una envidiable filmografía a base de puro sudor y músculo. En el curso de la década pasada, Johnson consiguió reunir el currículum, la gracia y los dividendos de taquilla para encarnar uno de los contados ejemplos de “estrella” en el Hollywood actual.

A su filmografía de aventura, deportes, fantasía y acción sólo le faltaba la cereza del pastel: El filme de superhéroes.

Más allá de sobredimensionar a Black Adam como un parteaguas en DC films o, al contrario, descalificarla y descartarla por ser chatarra estúpida, quien esto escribe prefiere considerarla (y disfrutarla) como la obra cumbre de un actor-luchador entregado por completo al cine-entretenimiento.

Claramente, este show le pertenece a Dwayne Johnson. Y la experiencia de disfrutar Black Adam me remonta a la época cuando La Roca y el director/promotor Vince McMahon, entre otros luchadores y representantes, fabricaban por meses un relato que culminase en un evento épico como Summerslam o Royal Rumble, donde las más de las veces La Roca se lucía en la pelea estelar.

En la lucha libre poco importa qué tan bien contada esté la historia o si el drama es verosímil, sino que lo valioso de verdad radica en descubrir cómo provoca un luchador a otro, que otros peleadores podrían involucrarse y cuáles serán los términos de la batalla, si se juegan un campeonato, un contrato millonario o incluso una amistad.

El mundo del “wrestling” se basa en golpes de efecto, momentos chuscos y la intensidad dramática que los luchadores transmiten antes y durante la contienda.

Ocurre algo similar en Black Adam, pues la película depende totalmente de Dwayne, su despliegue de fuerza bruta, la dinámica de amigos/enemigos que sostiene con el vehemente Aldis Hodge y el grácil Pierce Brosnan, las puntadas bobaliconas de Noah Centineo y la vibrante energía que permea a la cinta.

Johnson encuentra al cómplice perfecto en el experimentado director barcelonés Jaume Collet-Serra, quien resuelve con discreta solvencia los encuadres y el bloqueo de las numerosas escenas de acción, al tiempo que subraya ciertos gestos de los protagonistas que contrastan con los planos abiertos que hacen recordar el lenguaje visual propio de los cómics.

La paleta de colores y la plasticidad alojan al filme dentro del cine-espectáculo de corte fantástico de hace algunos años, como el remake de Furia de titanes, Inmortales o la misma Hércules con Dwayne Johnson, todas películas palomeras sin ninguna gloria que exploraron el concepto de lo mitológico, abocadas a construir una historia épica anclada en el conflicto tipo “hombre versus Dios”.

Cabe agregar tanto la brillante La Momia de Stephen Sommers como El rey escorpión, la cual a la postre significó el primer papel en una franquicia para un jovencísimo Dwayne Johnson. Por cierto que los elementos similares entre las aventuras de Mathayus, el escorpión, y de Adam, el dios, se apilan conforme progresa Black Adam.

En la receta que cocina La Roca no podían faltar las referencias al Universo en el que se quiere hacer un espacio, el de DC films.

La fuerza creativa detrás de Black Adam presume el orgullo de codearse con Superman y compañía mediante múltiples referencias y guiños al Universo de cine de DC, un rastro visual tan evidente que vuelve irrelevante si el cinéfilo conoce las películas anteriores del ya mencionado “universo”.

Collet-Serra, apoyado por la consultoría y supervisión de Dwayne, toma prestados motivos y trucos del cineasta Zack Snyder, otrora embajador de DC y realizador a quien personalmente concibo como uno de los mejores a la hora de dirigir cine-pop y adaptaciones de novela gráfica.

La mezcla de música de percusiones combinada con un soundtrack moderno, en conjunto con la tonalidad ocre, entre dorada, café y azul, puede hallarse por ejemplo en películas como 300 o Sucker Punch.

Asimismo, el uso de ralentí típico de Watchmen y La liga de la justicia (de Snyder) intensifica muchos momentos de las secuencias de acción de Black Adam; mención y aplausos en particular a las elegantes batallas libradas por el Doctor Fate, personificado con mucha clase por Pierce Brosnan.

Black Adam, que se estrena este 20 de octubre, representa entonces un ejemplo cabal de cine-escapismo, una película que bien podría ser de serie B pero que dada la popularidad de los superhéroes y el jugoso presupuesto que se les invierte, es una cinta lustrosa, llena de acabados vistosos y combates emocionantes y sangrientos. En pocas palabras, un show chispeante y de altos vuelos que remite a aquel que encontramos en las peleas de marquesina en un evento del calibre de Wrestlemania.

*Cineasta. Crítico de Cine. Colaborador de CinEspacio24 Noticias 

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