«Ámsterdam», de los peores fracasos del año

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Crítica de Ámsterdam, la nueva cinta de David O. Russell. Ambientada en los años 30, es una comedia que nos cuenta cómo tres amigos, veteranos de guerra, descubrirán un complot para derrocar al presidente de los Estados Unidos.

Por Arturo Brum Zarco*

@arturobrum

Parece que las virtudes como director de David O. Russell están de vacaciones, pues con su reciente filme Ámsterdam nos entrega su cinta más apática, tediosa y sin muchos puntos que destacar.

Nada que ver con las buenas películas que nos ha entregado como El peleador (2010), una cinta sobre un boxeador con estética sombría y documental, Silver Linings Playbook (2012), una agradable comedia romántica al estilo indie y Escándalo americano, inteligente comedia, seductora e irónica.

Es decir, David O. Russell, nominado en varias ocasiones al Oscar, sorprende con Amsterdam pero no en un sentido positivo, ya que la falta de ritmo, el montaje confuso, el guion que carece de un estructura sólida pero con una idea interesante y el desperdicio actoral del gran reparto con el que cuenta, la hacen uno de los peores fracasos del año.

Pues este largometraje contaba con todas las piezas para edificar un producto memorable, buena trama basada en un perturbador hecho real, uno de los mejores fotógrafos de la historia del cine (Emanuel Lubezki) y actores de una calidad comprobada, pero una deficiente dirección arruinó los grandes ingredientes que tenía.

Ambientada en los Estados Unidos de los años 30, la película nos cuenta la gran amistad entre But Berensen (Christian Bale), un médico que ayuda a los veteranos de guerra, Harold Woodman (John David Washington), un abogado afroamericano que lucha contra las injustas raciales y Valerie Voze (Margot Robbie), una artista de una buena solvencia económica, quienes después de conocerse en la Primera Guerra Mundial, pasaron unos meses idílicos y bellos en la ciudad de Ámsterdam.

Este trío tendrá que investigar los asesinatos del general Bill Meekins (Ed Begley Jr.) y su hija Liz Meekins (Taylor Swift), ya que la policía los pone como los principales sospechosos. En sus pesquisas descubrirán un peligroso complot orquestado por nazistas e importantes empresarios que buscan derrocar al presidente de los Estados Unidos e instaurar un gobierno dictatorial (un hecho que sí sucedió en la administración del presidente Franklin D. Roosevelt).

Para detener este intento de acabar con la democracia estadounidense, el trio de amigos piden ayuda de un variopinto grupo de personajes: los agentes secretos Henry Norcross (Michael Shannon) y Paul Canterbury (Mike Myers); un matrimonio de clase alta con influyentes contactos, Tom Voze (Rami Malek) y Libby Voze (Anya Taylos-Joy); y el popular general Gill Dillenbeck (Robert de Niro), a quien han intentado convencer los partidarios nazis de que hable a favor del golpe de estado.

Con esta enorme intriga política, David O. Russell crea una comedia que tiene su eje narrativo en las extravagancias de los personajes, pero la falta de un ritmo adecuado y la vaga construcción de arcos argumentales, produce un efecto molesto, ya que la comedia es ritmo y sí no lo aplicas adecuadamente el resultado es desagradable.

Por otra parte, la historia que tiene un tema por demás importante, reflexionar sobre el fascismo, la discriminación y el abandono a los veteranos de guerra, queda en las sombras por un montaje confuso que utiliza flashback dentro de los flashback y cambios de planos que desorientan, que si el objetivo era causar extravío al espectador el filme lo cumple.

Ámsterdam, que se estrena este 6 de octubre, tenía todo para ser una obra épica, pero se convierte en uno de los peores fracasos del año.