Crítica de Zona de Interés, la nueva cinta de Jonathan Glazer, quien nos narra la vida del comandante del campo de concentración de Auschwitz, Rudolf Höss y su familia. Una cinta que muestra una deshumanización brutal. La película está nominada a cinco premios Oscar, incluyendo Mejor Película y Mejor Director.
Por Arturo Brum Zarco*
Las películas del director británico Jonathan Glazer tienen como característica iniciar de una forma sensorial, pues por lo regular sus filmes comienzan con una pantalla en negro y unos sonidos que indican el tema a tratar; así, desde las primeras secuencias el director anuncia que sus filmes van a exigir al espectador atención a los detalles y sobre todo al sonido. En ese sentido, su filmografía, que es de sólo cuatro obras, es una maravilla en cuanto a diseño sonoro.
El estilo de Glazer, quien se asume como obsesivo a la hora de filmar, raya en lo experimental, ya que logra que el sonido logre narrar, sin que pierda concordancia con la imagen, un poco más que lo que aparece en el encuadre.
Por ejemplo, en su cinta Birth (2004) que trata sobre el duelo y la reencarnación, inicia con una pantalla negra y una voz en off que explica por qué no creer que hay algo después de la muerte. Ese mismo recurso se puede apreciar en su siguiente filme Under the Skin (2013) obra reflexiva de ciencia ficción que comienza con una pantalla en negro y una música hipnótica para dar paso a un juego de luces y una voz en off que nos narra la presencia de un extraterrestre que va atacar a los hombres.
Este sello particular del director, que permea no sólo al inicio de sus obras sino a lo largo de sus largometrajes, logra que el espectador no sólo sea un ser pasivo ante lo que está viendo, sino un espectador más participativo, ya que ese diseño sonoro funciona para que la imagen no sólo sea lo que queda plasmado en la mente.
Dicho recurso se acentúa en el filme más reciente de Glazer, Zona de interés (The Zone of Interest) la que podría ser su mejor cinta, pues por medio de un tema controversial, logra mostrar que la felicidad de algunos es gracias al sufrimiento de otros. Tema que aborda con una historia sobre el Holocausto.
Igual que en sus anteriores cintas, Zona de interés comienza con una pantalla en negro, después suena una sutil música electrónica (a cargo de Mica Levi con quien el director ya había trabajo en Under the Skin) para finalizar con el sonido ambiental de unos pájaros. Desde ahí el director avisa que estamos ante una obra donde el detalle al sonido será esencial. Sonido que se presenta por medio del fuera de campo, elemento narrativo que utiliza para sugerir un terror que no se ve, pero que está presente en la historia.
Lo que le sigue a ese sensorial comienzo es la imagen paradisiaca de una familia que disfruta un día soleado a lado de un lago, quienes se muestran felices, amables, amorosos, no obstante, esa postal casi idílica es engañosa, ya que poco a poco mientras el filme nos narra la vida de esa familia, sonidos estridentes de gritos de dolor muestran la deleznable realidad.
El filme, basado en hechos reales y en el libro homónimo de Martin Amis, retrata la vida de Rudolf Höss (Christian Friedel), su esposa Hedwig (gran actuación de Sandra Hüller) y sus cuatro hijos, cuando el padre de familia es comandante del campo de concentración de Auschwitz, un lugar donde se cometió uno de los genocidios más terribles de la historia de la humanidad al asesinar a miles de judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
La película nos muestra como los Höss viven en una preciosa casa, con un bello jardín y una alberca, un lugar donde reciben de forma presuntuosa a sus invitados. Esa casa sólo la separa un muro del campo de concentración. A esas viviendas los nazis las llamaban zonas de interés.
El largometraje crea secuencias de la cotidianidad de la familia, los juegos de los niños, los trabajos de jardinería de la madre, los planes del padre, y cómo todo esto sucede mientras se escuchan desoladores gritos, que evidentemente son los asesinatos que ocurren a unos metros de ellos, y que los Höss parecen no escuchar.
Es por eso que el filme es controversial y seguro habrá voces enojadas contra la película, por presentar el punto de vista de unas terribles personas que muchas personas quisieran no se mencionaran más. Pero es gracias al detallista lenguaje cinematográfico que usa el director que no los glorifica ni romantiza, sí se muestra un poco imparcial, pero si algo edifica de manera provocadora es la deshumanización de estos personajes, algo no tan alejado de la actualidad. Los muros y contrastes siguen existiendo, de nuevo la felicidad de algunos es por el sufrimiento de otros.
Lo que hace Glaze es una clase de buen cine, de narrar con la imagen, por medio de una cámara estática que parece convertirse en un ojo que todo lo ve; por ejemplo, hay una secuencia donde Rudolf llega a su casa, se quita sus botas, y de inmediato un empleado las comienza a lavar, y somos testigos de cómo el agua se tiñe de sangre. Esos pequeños detalles envuelven a la película en unos contrastes abrumadores, dolorosos y realistas.
El director retrata la vida feliz de la familia Höss en su paradisíaco hogar, mientras al fondo el humo del campo de concentración invade el aire. La deshumanización en su forma más pura.
Zona de interés, ya se encuentra en salas de cine y será uno de los mejores estrenos del año, una obra sensorial y una clase de diseño sonoro. Sin duda polémica por el punto de vista que muestra, pero es gracias a esa visión que el filme nos lleva a una compleja reflexión de la maldad humana y al debate de que cosas como esas siguen sucediendo.
*Periodista y realizador. Director de CinEspacio24.
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