Crítica de Invocando al demonio, película francesa dirigida por Alexandre Bustillo y Julien Muary. El filme narra cómo tres chicas invocan a un maligno demonio marroquí, quien comienza a asesinar a todos los hombres cercanos a ellas.
Por Jesús M. Pedraza Madrid*
Invocando el demonio (Kandisha) es una película francesa del género slasher, dirigida por por Alexandre Bustillo y Julien Maury, conocidos por los largometrajes como Leatherface (2017) y su perturbadora ópera prima À l’intérieur (F2007), la cual fue descrita por el actor Steve Barton como :»la película slasher más visceral de todos los tiempos«, y que sobra decir es un referente del movimiento que conocemos como Nuevo Extremismo Francés.
La más reciente película de este duo cuenta con un elenco protagónico con poca experiencia conformado por Mathilde Lamusse en el personaje de Amélie, Susy Bemba como Bintou y a Smarcande Saadi como Morjana. El papel del personaje antagónico lo realiza la actriz Mériem Sarolie, quien da vida al terrible ente sobrenatural que busca destruir el entorno y la vida de nuestros personajes.
El argumento del filme gira en torno a tres eclécticas y jóvenes amigas que durante las vacaciones de verano se dedican a expresar sus emociones y pasiones a través del graffiti callejero. Una noche mientras se encuentran terminando una ilustración conmemorativa a los difuntos padres de Morjana, las chicas encuentran la palabra Kandisha pintada en una pared de un edificio próximo a ser demolido. Gracias a que Morjana tiene ascendencia marroquí, le cuenta a sus amigas que esa palabra hace referencia a Aïsha Kandisha, una suerte de criatura femenina sobrenatural que es un ente vengativo y cruel y que gusta destruir a los hombres.
En el momento en que las chicas regresan a sus respectivos hogares, Amélie es atacada por su nefasto ex novio que la noquea e intenta abusar de ella. Al llegar por fin a su casa, Amélie en una especie de estado de shock y furia decide poner a prueba la leyenda de Kandisha dibujando con la sangre de su ex novio un pentagrama en la pared y recitando el nombre de la entidad durante varias veces; esta acción despertará una terrible espíritu similar a un demonio, que además de acabar con el joven abusivo, comienza a exterminar de manera violenta y grotescas a los hombres que se encuentran cerca de Amélie, sin importar que se traten de amistades o seres queridos.
Tomando en cuenta la trayectoria de sus directores, el filme es una película que se siente un tanto insuficiente, considerando el incónico éxito que tuvieron con À l’intérieur.
Así, esta película que tenía muchas expectativas sucumbe en varios errores y huecos argumentales que hacen que su historia y contexto decaiga de manera catastrófica. Dentro de los principales inconvenientes que presenta es la inclusión de tres actrices que rayan dentro de lo amateur y que no son capaces de darnos una actuación convincente o que al menos nos genere cierta empatía, sino que nos muestran expresiones y diálogos que se van a los extremos entre lo inexpresivo y carentes de emoción, como reacciones super exageradas, huecas y plásticas que para nada se sienten naturales con el hilo de los acontecimientos que la historia nos plantea.
Algo que está bien ejecutado es la figura del monstruo. Creo que el único acierto de este filme es la forma en que realizaron a la entidad de Kandisha, pues primero aparece como una mujer altamente atractiva y después destaca su increíble transformación en un ser grotesco y demoniaco dependiendo de quién es el que la ve, incluso llegando a mostrar ambas fisionomías simultáneamente ante un grupo de personas. Esta forma de componer al monstruo se me hace bastante llamativa ya que es poco común ver en el cine la figura de un djinn — criaturas poderosas pertenecientes a la religión islámica, que algunos conocen como “genios”—. Si te causa curiosidad qué son estas entidades, aquí te dejo un pequeño artículo al respecto.
Asimismo, esta cinta me evoca de alguna manera a las películas de la saga de Candyman, concretamente a la versión original de 1922 y al reboot de 2021 (lee mi reseña al respecto aquí). Ambas historias se desarrollan en zonas gentrificadas, que podemos describir como suburbios en donde los habitantes destacan por su condición socioeconómica baja, una idiosincracia ecléctica y la presencia de individuos de diferentes razas. De la misma manera, en ambas historias el elemento sobrenatural nace de la leyenda urbana y es convocado al mencionar su nombre cierto número de veces, sin mencionar que su presencia es descubierta por medio de las intervenciones artísticas en edificios abandonados y decadentes.
Si en Candyman 2021 pudimos ver un discurso más o menos crítico al racismo cuya falla principal es el convertir al antagonista como una suerte de anti héroe para los marginados, en Invocando el demonio parece existir ese mismo tema pero más cercano al feminismo, que si bien tiene sus logros al mostrar a protagonistas más o menos empoderadas, peca de tener un torpe compromiso cultural mezclado con una visión en extrema de misandria.
En mi opinión, este tipo de discursos cada vez más frecuentes me parecen una gran bandera roja, pues privilegia un cine de terror que por ser cada vez más complaciente a las nuevas generaciones ya no sabe construir un discurso eficaz de crítica y denuncia, sino que al contrario, pareciera repetir ciertos mensajes que incluso podrían interpretarse como peligrosos. Un caso similar a lo que vemos en este filme es con lo que sucedió con el remake de Black Christmas ( 2019), en donde el intento forzado de hacer una crítica a la masculinidad tóxica dio como resultado un filme irracional cargado de un feminismo peligroso que distorsionó la esencia del filme original de 1974.
Invocando al demonio, que se estrenó en salas de cine este 24 de noviembre, es una película que tiene como eje una crítica social importante, pero su mala manufactura la hace una propuesta fallida.
El Pumpkímetro para Invocando al demonio
Es tiempo de otorgar mis calabazas del huerto. Para quienes nunca me han leído yo califico las películas con calabazas sin importar el género o tema que toquen, ¿por qué? Porque las calabazas son super versátiles y buenas para toda ocasión.
Tomando como parámetros para este filme que cinco calabazas sería equivalente a decir «Ver este filme produce una satisfacción y asombro similar al encontrarte un objeto mágico, como una lámpara del genio o una mano de mono: una experiencia tanto atractiva como perturbadora» y que por el contrario, cero calabazas vendría siendo algo como «Ver este filme produce la misma sensación de insatisfacción de encontrar un volante propagandístico o religioso radical cuando estabas buscando un relato de fantasía y misterio». Con base en mis impresiones anteriores, yo le entrego al demonio bajo la burka un total de 🎃 para que la utilice de una forma ingeniosa y macabra dentro de sus apariciones (o bajo el velo, ¿por qué no?).
Invocando al demonio es un filme que si bien incluye elementos interesantes en su trama, peca de convertirse en otro filme que no tiene mucho para ser recordado dentro de la memoria colectiva. Si lo que buscas es ver una película con la única finalidad de entretenerte y con alguno que otro efecto gore padre, entonces funciona a la perfección, pero si quieres algo más aterrador, atrevido o novedoso, esta cinta te va a dejar mucho (pero mucho) que desear. ¡Nos vemos hasta la próxima!
*Crítico de cine. Colaborador de CinEspacio24.
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