Crítica de la película Encanto, la nueva propuesta de Disney, la cual nos lleva a un pueblo en Colombia, donde una familia tiene habilidades fantásticas; una cinta visualmente hermosa.
La calidad técnica de las películas animadas de Disney es algo que no se puede negar, ya que gracias a la importante influencia que ha tenido en el medio cinematográfico durante muchas décadas, la multimillonaria compañía se ha convertido en la encargada de llevar la estafeta de las cintas animadas para el público infantil.
Curiosamente, esto mismo es lo que ha llevado a que la cintas de Disney deban reinventarse constantemente para permanecer vigentes, por lo cual buscan innovar a través de técnicas de animación e historias novedosas. Así es como en los últimos años han transportado sus mágicas historias a diversos países y culturas ajenas a la estadounidense.
De esta manera, buscan replicar lo hecho en filmes como Coco o Luca, que surgen de tradiciones muy diferentes a Estados Unidos. Para su reciente película Encanto, dirigida por Jared Bush y Byron Howard, se aventuran en las maravillosas tierras colombianas, y nos narran la historia de Mirabel, la chica noble y alegre de la familia Madrigal, una dinastía de personas bendecidas por la magia.
Gracias a este pequeño regalo del destino, la familia Madrigal ha visto nacer descendientes que son bendecidos con un don que les permite ayudar al pueblo al que pertenecen. Sin embargo, no todos los miembros de la familia gozan de este excepcional regalo de la vida, Mirabel es la gran excepción. A pesar de esto, ella parece ser la elegida para salvar a sus parientes ante un catastrófico destino.
El trago amargo de la película comienza justo por esta necesidad de cargar todo el peso de la cinta sobre Mirabel, ya que el uso de los personajes secundarios como mero apoyo en la odisea del personaje principal se vuelve absurdos, pues este hecho termina por convertirlos en meros apoyos narrativos que son fácilmente desechables.
Lo triste es que entre los miembros de la familia existen integrantes interesantes a los cuales se les da un desarrollo casi nulo, demeritando sus ideales y conflictos. Y es que el planteamiento de las problemáticas y las conclusiones de estas resultan tan flojas que no logran transmitir un mensaje concreto. Aun cuando tienen las vías de escape para desarrollar una historia sólida y memorable, Encanto toma el camino fácil que brindan las moralejas huecas carentes de peso.
Pero no todo en la cinta resulta un caos, ya que como es costumbre, la calidad técnica con la que está hecha la película es increíblemente hermosa. El uso de colores vivos que contrastan con los problemas que se desarrollan tras las puertas de la casa Madrigal permiten disfrutar de una interesante dualidad.
Sin los divertidos gag, la película se tornaría fácilmente en un tedioso viaje de una mágica historia dudosamente estructurada, que por el mero hecho de ser producida por Disney tiene garantizada gran parte de la taquilla, y un lugar fácilmente reemplazable en el corazón de los infantes que durante el tiempo que dura la cinta, permanecerán contentos con el resultado final.
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