Los esfuerzos bufonescos del actor cobran sentido al momento de interactuar con el resto del elenco: una improvisada familia de animales creada con CGI (Imagen Generada por Computadora), grupo atípico donde encontramos monos, bichos, un nervioso ñu o un campechano oso polar.

Dolittle y compañía se embarcan en una aventura que desata el alocado universo de fantasía al mismo tiempo que el guion desarrolla, con cierta torpeza, una incipiente personalidad para cada animal coprotagónico, esfuerzo narrativo suficiente para que funcionen mejor los gags.

De igual manera, cabe destacar lo acertada que resulta la elección narrativa de llevar el reboot a un mundo caricaturesco, el escenario ideal que sirve el doble propósito de hacer funcionar la comedia y, a su vez, de despertar la imaginación del público infantil.

Dolittle captura a los más pequeños (y a unos cuantos adultos) con su encantador elenco animal y las peripecias disparatadas en las que se ven envueltos.

Asimismo, la naturaleza bondadosa de los protagonistas mueve a reflexionar sobre la amistad, la solidaridad y la confianza en uno mismo, entre otros temas universales que resultan valiosos tanto para padres como para hijos, y, a la postre, servirá a los niños como punto de partida para abordar la obra literaria original sobre el entrañable doctor Dolittle.