Child’s Play, mejor conocida como Chucky, el muñeco diabólico, es el remake (¿o reboot?) de la película original de 1988 que desató una franquicia de culto cuya trama se tornó cada vez más inverosímil y desternillante.
En esta ocasión el filme recibe una actualización al 2019, una era donde el internet es rey y la conectividad está a la orden del día, una época en la que todo está al alcance de un celular o de un aparato similar. En la nueva versión de Chucky, el guionista Tyler Burton Smith utiliza dicho contexto psicológico y social para trabajar un distinto tipo de horror. Porque mientras que la película ochentera se ubicó en el género del slasher y le dio a la historia tintes fantásticos (Chucky practica el vúdu), la nueva cinta se aparta de lo chabacano de la magia negra y el asesino serial caricaturesco para abordar el problema un poco más “realista” del hombre versus la tecnología que lo rodea. Si bien el remake abandona el encanto de lo burdo, el nuevo Chucky se sostiene en el humor negro para ahondar en una propuesta interesante acerca del mal uso que le damos a nuestros aparatos y cómo los volvemos nocivos. En Child’s Play del 2019 Chucky no es el villano per se sino que su maldad resulta del ambiente en el que “vive”, donde el muñeco en apariencia inocente y servicial es afectado tanto por personajes siniestros tales como un decrépito conserje, como por la televisión y la cultura popular, provocando en el juguete un error en su sistema que lo hace malinterpretar lo que significa cuidar y querer a alguien. Este filme de Chucky no desea ni alcanza la violencia o el desasosiego de la serie de ciencia ficción Black Mirror(2011) o distopías similares como la reciente Upgrade (2018). No obstante, el subtexto es la razón por la que se logra construir una entretenida trama de terror diferente de la original. El guión es reforzado por la ágil dirección Lars Klevberg, quien maneja el montaje para imprimir un ritmo un tanto pausado que le permite desentrañar la maldad de Chucky y aderezar la transformación con humor negro. Destaca la excelente labor de doblaje del veterano Mark Hamill, ya que imprime los matices y las modulaciones vitales para que la voz de Chucky evolucione de lo ingenuo a lo siniestro y complemente de forma sutil la progresión de la apariencia física cada vez más sucia, rota y degenerada del muñeco. Child’s Play es una hábil película inscrita en el horror de ciencia ficción que funciona como una lección sobre los riesgos que presenta la tecnología inteligente, cuyo hipotético peligro se origina no en las fallas de la máquina sino por el uso que se le da al tratar de humanizarla, lo que exhibe el vacío y las falencias en la vida del dueño del aparato o, en este caso, del juguete.
*Cineasta y Colaborador en CinEspacio24 Noticias
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