Es difícil «entrar» en la mente de un asesino serial, ya que no hay una explicación general para entender sus actos. La cinta checa, Yo, Olga Hepnarova, basada en una historia real, intenta retratar por qué una joven se convirtió en una asesina.
Por Arturo Brum Zarco* En 1973 Olga Hepnarová, una joven que vivía en la extinta Checoslovaquia, asesinó a ocho personas con un camión. Mientras un grupo de personas esperaban la llegaba de un trasporte público, Olga conduciendo un camión, se subió a la banqueta y atropelló a todos los que pudo. Fue, según sus palabras un acto planeado, una forma de venganza contra una sociedad que no la entendía. “Mi veredicto es: Yo, Olga Hepnarová, víctima de su brutalidad, los condeno a pena de muerte”, escribió Olga antes de cometer su sangriento asesinato. Ella estaba molesta con la sociedad, su familia, sus compañeros de trabajo y decidió según ella castigarlos. En el juicio Olga no demostró ningún arrepentimiento. Fue sentenciada a muerte y colgada en 1975. La cinta Yo, Olga Hepnarova, dirigida por Petr Kazda y Tomás Weinreb, intenta mostrarnos la mentalidad de Olga: el cómo creció su odio por la sociedad, cómo fue una chica lesbiana que no encontraba el amor y esto lo hacen con una cinta en blanco y negro. Cada vez que Olga habla de sus sentimientos lo hace sola, y la cámara hace un primerísimo plano de su cara y sus ojos, y como si le hablara al espectador explica lo que siente y piensa. Este recurso narrativo es efectivo, ya que la actriz Michalina Olszansaka (que interpreta a Olga) realiza un trabajo espectacular, con una mirada fría, inexpresiva, con unos movimientos como si estuviera en otro mundo. El filme no entra en asuntos políticos ni explica el contexto en el que se vivía en ese entonces en Checoslovaquia, sólo nos muestran a Olga teniendo problemas en el trabajo, terminando una relación amorosa, peleando con su madre u odiando a su padre. No ahonda en su pasado, en su entorno, y eso deja una sensación de que la cinta queda inconclusa. Al respecto, los directores declararon que el proyecto nació como un documental, pero la gente cercana a Olga o la que vivió y vio los hechos se negaron a hablar; quizá por eso la ficción quede algo inconclusa y a pesar de mostrarnos la intimidad del personaje es necesario saber que pasa a su alrededor para entender o intentar comprender ese odio que Olga tenía hacia todo ser humano. La cinta tiene grandes intenciones, y no justifica para nada los actos de Olga; es una biopic que realiza algo complejo: intentar «entrar» en la mente de una asesina serial.
*Periodista y realizador. Director de Comunicación y Editor de CinEspacio24. Colaborador en Cio Noticias.
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