Crítica de Venom 3: El último baile, de la directora Kelly Marcel y protagonizada por Tom Hardy y Juno Temple. El filme nos narra cómo Eddie y Venom están a la fuga perseguidos por los mundos de cada uno, lo que provocará un desenlace devastador.
Por Isaac Piña Galindo*
El presente 2024 ha significado un golpe duro para el panorama del cine de súperhéroes y es que, en comparación con años recientes, la cuota de producción ha disminuido, y la exhibición de pocos filmes ha coincidido además con una calidad francamente mala inclusive para el (supuesto) estándar bajo de “cine para apagar el cerebro”.
El estreno en febrero de Madame Web de Sony fungió como ave de mal agüero, pues la pobre recepción sentó un mal precedente entre cinéfilos y fans, al punto en que la película se volvió uno de los memes recurrentes de inicio de año.
Peor fue el caso reciente de Joker 2: Folié a deux, la cual deshizo cualquier logro de la primera parte y “traicionó” a sus fans, mientras que las nuevas versiones de Hellboy y The Crow resultaron en catastróficos accidentes de taquilla y audiencia.
La única que encontró éxito sin duda fue la veraniega Deadpool y Wolverine de Ryan Reynolds, aunque en gran medida la euforia provinó del homenaje/pastiche/nostalgia/regurgitación que se hizo de las películas comiqueras del 2000, como la saga de X-men y Daredevil del 2003.
En este pobre y triste escenario para el subgénero favorito de niños e influencers, llega el cierre de la trilogía de Venom, comandada por el actor (y fanático del MMA) Tom Hardy.
Trilogía en sí misma singular porque encuentra cabida en el cine de acción y comedia de la actualidad, más allá de los errores y horrores de Sony, su compañía productora; o, mejor dicho, a pesar de dicho equipo de productores ejecutivos.
El carisma del Venom interpretado por Hardy, logró conquistar distintos tipos de audiencia a lo largo de la saga, desde los fans de Spiderman y Marvel en general, hasta aquellos que se mofan y desprecian el cine de súpers pero que, por alguna extraña razón, encuentran en Venom un divertido “gusto culposo”.
En su momento, múltiples fans inclusive celebraron, medio en broma, medio en serio, que Venom 2: Let there be carnage constituyera un ejemplo claro y sincero de cine de súperhéroes LGBT+.[1]
Hardy, quien en esta ocasión asume el rol de productor y escritor de la idea original, parece aprovechar el confuso contexto social y cinéfilo del filme en beneficio de una trama conciliadora que funcione como un cierre satisfactorio, respetuoso y cariñoso para el personaje titular y su contraparte humana, Eddie Brock.
Aun cuando en la trilogía abundaron los chistes de pastelazo, el motor de las tres cintas siempre consistió en la empatía y comprensión entre huésped y simbionte, relación de verdadera amistad de la cual se desprendieron temas de identidad, alienación y pertenencia, y fraternidad.
Parece broma, pero en un mundo convulso resulta bastante apacible y tentadora la idea de un alienígena fiestero pero cariñoso que nos proteja y nos empuje a la aventura, eso sí, siempre fiel y respetuoso con nuestros deseos.
Venom 3: El último baile ahonda en dicho afecto familiar y la complicidad entre Brock y Venom, elementos clave para construir la comedia de enredos que ocurre cuando el dúo protagónico decide viajar de México a Nueva York, para rehacer y reencontrar una vida nueva.
El viaje funciona como vehículo de disfrute pues quizás se trate de la última vez que gocemos con el choque de personalidades que proponen Hardy y la escritora-directora Marcel, quién además escribió toda la trilogía.
La mancuerna creativa da rienda suelta a la locura de Venom, sin dejar de lado la valentía y torpe nobleza que encierran las acciones de Brock/Venom.
El factor narrativo más importante para demostrar la audacia de esta pareja disparatada lo encontramos en el personaje secundario de la familia hippie que, irónicamente, va en búsqueda de aliens; el pasaje en el que Venom/Brock conviven y cantan en la mini-van con el padre de familia (Rhys Ifans, increíble actor), ilustra y reafirma la meta heroica de Brock todo este tiempo: proteger a los más débiles.
Asimismo, la subtrama donde la Dra. Teddy (Juno Temple) estudia otras formas de simbionte llega a constituir un complemento entretenido, en particular por el tono de ciencia ficción que le imprime la realizadora.
La vibra retro-sci fi incluye la aparición del área 51 como escenario principal, a lo que se suman los experimentos, la exploración espacial, y los monstruos sanguinarios en turno, cuyo diseño hace rememorar el cine de aliens noventero (como el de X-files, Starship Troopers o la comedia Galaxy Quest).
Todo lo anterior nos conduce al anunciado “baile final” del título, la batalla que Venom y sus amigos alien sostienen para defender la Tierra, una elaborada secuencia climática que sobresale como lo mejor del filme y, muy probablemente, de la trilogía al completo, por su implicación dramática y la aparición de distintos tipos de “héroe”.
Sin duda, la saga “Venom” reafirma el sobrado talento de Hardy, quien continúa sorprendiéndonos al utilizar sólo la herramienta de su cuerpo al caminar y gesticular para construir la relación entre sus dos personajes, mientras que con la voz dibuja la vívida y encantadora personalidad del alien bailarín.
La labor conjunta de Kelly Marcel y Tom Hardy en Venom 3: El último baile deja en claro que para hacer cine palomero de calidad necesitas, más que nada, un protagónico bien definido y construido, así como un arco narrativo (más o menos) sólido, y un actor dedicado y comprometido que entregue su mejor esfuerzo para honrar la fantasía del personaje original de los cómics.
[1] https://www.thepinknews.com/2021/09/28/venom-let-there-be-carnage-lgbt-coming-out/
*Realizador y Crítico Cinematográfico
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