Crítica de la serie Truth Seekers, programa británico creado por el gran dueto de la comedia Nick Frost y Simon Pegg; que narra de manera entretenida y lúdica la vida de un hombre que investiga fenómenos paranormales para su canal de Youtube.
Por Isaac Piña Galindo*
Una amistad que cubre dos décadas e incluye una trilogía de culto, una serie televisiva y seis películas en total, vuelve a la carga con Truth Seekers, serie original sobre el bonachón Gus Roberts, empleado de una empresa de internet y cuyo hobbie es investigar fenómenos paranormales que graba para compartirlos en su canal de Youtube.
Simon Pegg y Nick Frost, el binomio de la amistad ya mencionada, escriben, producen y protagonizan la serie, acompañados de nuevos talentos como Samson Kayo, Susan Wokoma y Emma D’Arcy, junto con la participación del veteranazo Malcom McDowell, además de la invitada especial Kelly Macdonald.
Como en sus trabajos anteriores, Pegg y Frost construyen una historia ágil y con un corazón enorme en la que se combinan los géneros de ciencia ficción, horror y comedia, a veces el policiaco, como en Hot Fuzz, e incluso el thriller.
La genialidad de este dúo cómico reside en su capacidad de conseguir una casi imperceptible hibridación de dichos géneros al momento de relatar la trama; en esta serie en particular, aprovechan el escenario de las historias de terror para explorar la incipiente amistad entre los protagonistas, Gus, Elton, Astrid y Helen.
Pero, ¿cómo logran volver tan hilarante un cuento de fantasmas? La respuesta radica en las peculiaridades y los miedos de cada personaje, la forma en que interactúan así como su progreso dramático conforme el núcleo de amistad se fortalece.
Pegg y Frost hacen que parezca fácil escribir un guion perfectamente calibrado, manejando con estilo y un impecable sentido del ritmo los elementos anteriormente ennumerados: los protagonistas, la comedia y lo sobrenatural.
La forma episódica de Truth Seekers la separa de lo logrado en la trilogía Cornetto, y la hace un tanto más intrincada, ya que con cada capítulo disfrutamos, prácticamente, de una minipelícula de 25 a 30 minutos donde al mismo tiempo se despliega una macrohistoria que envuelve cada una de estos “minifilmes”.
Al igual que en la archicomentada “Cornetto”, Pegg y Frost añaden a su acto circense distintas referencias visuales y sonoras a otros productos audiovisuales, guiños aderezados por la particular lectura del dúo, quienes construyen el bit cómico por medio de cariñosas mofas a algún cliché del género.
Recordemos, por poner un ejemplo, la maravillosa secuencia de Shaun of the Dead cuando el titular Shaun se despierta con resaca y camina a la tienda como cualquier mañana común y corriente, ignorando por completo la destrucción a su alrededor y el acecho de los zombies.
En Truth Seekers también encontramos una galería de monstruos y apariciones que nos hacen rememorar los clásicos: los episodios con el “monstruo de la semana” de Los expedientes X, las aventuras de fantasía de la legendaria Dr. Who, e incluso llegan a manejar cierta metaficción, en específico con su sutil homenaje a la Naranja mecánica del gran Stanley Kubrick.
Es verdad que la calidad varía de capítulo a capítulo, pero la impronta creativa del tándem británico sin duda se encuentra presente y justo por ello la convierte en una serie muy particular en la cartelera televisiva del último par de años.
Porque al final lo que realmente destaca, más allá de la comedia, es el cariño con que se cuenta cada historia y los personajes que las relatan; estos no son protagonistas juveniles y modelos de revista, ni tampoco son unos tarados sin gracia (bueno, sí son algo torpes pero es parte del encanto); Gus Roberts y compañía conforman un singular grupo de inadaptados que, en el corazón de sus pesquisas, intentan superar sus traumas y convivir con sus fantasmas (a veces de forma literal).
Truth Seekers representa sin duda el progreso y la madurez creativa de Pegg y Frost, quienes incluso acomodan dentro de la historia diversos temas y “personajes” actuales: los avances tecnológicos en un mundo “viejo”, los geeks adictos a la ciencia ficción, los “conspiranoicos” y la mórbida afición del público general por lo paranormal y el género televisivo del true crime.
Considero que los mejores puntos de partida en el “PeggFrostverso” continúan siendo la serie Spaced y la ya comentada Shaun of the Dead, aunque es muy probable que en un futuro cercano Truth Seekers represente un excelente primer contacto con el trabajo de estos escritores y actores británicos.
*Cineasta, analista y colaborador de CinEspacio24 Noticias
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