Tiburón mostró el talento de Steven Spielberg, modificó el concepto de blockbuster y es considerada una obra de culto, gracias a su lenguaje cinematográfico enfocado en el suspenso.
Por Martín L. González* En 1975 se estrenó, de la mano del director Steven Spielberg, la película Tiburón, basada en la novela homónima de Peter Benchley, una cinta que revolucionó el cine hollywodense, por su recepción en taquilla, las críticas positivas que recibió y por cómo nos muestra la diferencia entre suspenso y sorpresa. Protagonizada por Roy Scheider, Robert Shaw y Richard Dreyfuss, nos narra los problemas que tiene un pueblo costero por un gigantesco tiburón blanco que amenaza a los habitantes y turistas. Uno de los puntos más destacados de la cinta es que a dicho tiburón lo vemos poco en pantalla, pero su presencia es una constante. Detrás de este filme se encuentra un equipo de trabajo lleno de personas talentosas, como el maestro John Williams, quien se encargó de musicalizar la cinta, regalándonos uno de los temas más iconicos del cine, y dándonos un claro ejemplo de cómo unas cuantas notas musicales pueden provocarte suspenso. Si a esto le sumamos el excelente trabajo de guion que estuvo inicialmente en manos de Peter Benchley y posteriormente de Carl Gottlieb , es fácil comprender porque la cinta fue un rotundo éxito. El trabajo que hizo Steven Spielberg en Tiburón, fácilmente puede recordarnos a lo que solía hacer el maestro del suspenso Alfred Hitchcock, quien solía decir que la línea que separa a la sorpresa del suspenso, es muy delgada. A menudo, Hitchcock explicaba esto con una escena ficticia de dos personas tomando café en un restaurante. Él decía que si se mostraba en pantalla a dos personas sentadas en una mesa, tomando café y repentinamente explotaba algo debajo de la mesa, eso causaría sorpresa; pero si previo a esto, el director muestra una secuencia en la que un sujeto llega a dicho lugar, y coloca una bomba debajo de la mesa, el espectador está consciente de que el dúo que aparece en escena corre peligro, y eso es suspenso. Si tratamos de encontrar lo anterior en la película Tiburón no tardaremos mucho en darnos cuenta de que la estructura y el ritmo del largometraje parte de esa lección de Hitchcock. Spielberg comprende bien esto, y juega constantemente con esa delgada línea. Guarda la sorpresa del tiburón hasta que ya preparó el terreno para brindarnos una presentación inolvidable. Antes de que nos demos cuenta de que “necesitamos un bote más grande”, el cineasta juega con el espectador. Nos plantea la idea de que algo en las profundidades del mar nos acecha, usando la música, la cámara subjetiva y el miedo de los protagonistas. Por ello, cuando por fin la cinta no muestra al ser peligroso, el impacto de ver por primera vez al tiburón es inolvidable. Tiburón también sirvió como el precedente de los llamados blockbuster de verano, un concepto que sería explotado durante la década de los 80, además de explorar el tema de las campañas publicitarias en el cine como pocas a veces se había visto. El miedo y suspenso que Tiburón plantó en todo una generación es algo que quedará por siempre en la historia. *Colaborador y reportero en CinEspacio24 Noticias Te invitamos a nuestro Curso Online de Historia del Cine de Terror
Deja un comentario
Sé el primero en comentar en ««Tiburón», una clase de suspenso»