Si pidiéramos que viniera a la mente una rubia heroína de acción, seguramente, recordaríamos a la «Supergirl» de Melissa Benoist, a la «Black Widow» de Avengers Infinity War, interpretada por Scarlett Johansson, o tal vez a la «Catwoman» de Michelle Pfeiffer y hasta la «Barb Wire» de Pamela Anderson. Pero antes de estas güeras, en la década de los sesenta, emergió una detective de incomparable atractivo, glamorosa, sagaz, osada, de rotunda pegada y ¿amiga de un ocelote?
Su nombre era «Honey West», un personaje nacido en las novelas cortas del matrimonio conformado por Gloria y Forrest E. Fickling, y llevada a la pantalla chica en 1965 en una serie de 30 capítulos de media hora, producida por Aaron Spelling (productor también de Beverly Hills 90210, Melrose Place, Charmed, entre muchas otras). Los autores de los textos de corte policial, aunque un tanto ligeros, explicaron alguna vez que Honey fue inspirada de la suma entre la actriz, Marilyn Monroe, y el detective ficticio, «Mike Hammer».
Así, Spelling se dio a la tarea de buscar a la mujer idónea para el papel, que entre otras cualidades debía poseer ciertas habilidades para pelear a cuadro. Se pretendió a Honor Blackman, conocida por la serie británica, The Avengers (nada que ver con Marvel), en la que dio vida a la súper-espía, «Catherine Gale», y por el filme de «James Bond», Goldfinger, que le valió la fama mundial al encarnar al motivo amoroso de «007», la inolvidable, «Pussy Galore». Lamentablemente, no aceptó el rol, por lo que Spelling recurrió a otra hermosa rubia, Anne Francis.
Esta neoyorquina ya había alcanzado el reconocimiento en Hollywood, gracias a la cinta de ciencia ficción, El plante prohibido (Fred M. Wilcox, 1956), en la que demostró su talento como heroína futurista. Con un toque sensual, aunado a cierta altivez, la Honey West de Francis rebasó los cánones pretendidos por la producción, luciendo plena como mujer de acción, que si bien era doblada para las escenas de riesgo, ejecutó bastantes tomas por sí misma, en las que se muestra lanzando efectivas patadas y sendos puñetazos a sus enemigos.
«West» había heredado la agencia de investigaciones de su padre, y, para no cerrar el negocio tras el deceso de su progenitor, decidió seguir sus pasos como detective. Acompañada por «Sam Bolt» (John Ericson), su socio en armas y aparente compañero romántico, tomaban interesantes casos, repletos de aventura, suspenso, gadgets, glamur y un sinfín de sorpresas, incluyendo a «Bruce», la mascota de «Honey», un ocelote inquieto, carácter al que la temeraria Francis no le hacía mucho caso. En las escenas entre ella y el felino, se nota la dificultad de Anne para controlar al animal y aparentar una feliz relación, sin embargo, la actriz sale avante, dominando como puede a «Bruce» sin perder la seriedad de su diálogo.
Igualmente, en el panteón de autos famosos, como el «Batimóvil» o «Herbie», también debería incluirse la camioneta de «Honey» y «Sam», que mostraba un anuncio de servicio de reparaciones para TV, el cual ayudaba al dúo detectivesco a pasar desapercibido en sus vigilias a posibles sospechosos.
Tristemente, la serie resultó un fracaso, siendo cancelada tras la grabación de una temporada, a pesar de que mostraba elementos novedosos para la época. Hoy en día se puede conseguir la campaña completa en DVD, y para quien así lo quiera, podrá adentrarse a una emisión sumamente entretenida, bien coreografiada en materia de combates, con una heroína adelantada a su era, sumamente segura de sí misma, sarcástica, empoderada y sin pelos en la lengua.
Honey West puso su pequeño grano de arena para que las mujeres de acción hallaran su sendero en la industria de Hollywood, así como en otros lares, donde, seguramente, no faltarán fans de esta brillante detective.
*Periodista. Colaborador en CinEspacio24, Director de Cio Noticias, Crítico de Cine, Columnista en el Heraldo de México Toluca