Cuando finalizaron los Juegos Olímpicos Invernales de 2018 en PyeongChang, Corea del Sur, el país sede presumió al mundo su mega-tecnologizado territorio, con un impresionante espectáculo visual compuesto por drones, inteligencias artificiales que operaban el escenario central y una serie de videos que exhibían el presente y cercano futuro de esa nación, con su población total conviviendo con la ciencia y tecnología, eficaces, baratas, democráticas, en una especie de sueño vuelto realidad por los coreanos.

Todo lucía maravilloso pero… de las entrañas de esa joya asiática emergió un director, Bong Joon Ho, quien luego de varios fracasos cinematográficos presentó un filme hipnótico, crudo, brutal, que denunciaba justo lo opuesto al “corean way of life”, mostrando la tremenda desigualdad entre ricos y pobres, entre los que nacen en cuna de oro y entre los marginados, bandos para los cuales, hasta una lluvia se puede convertir en un bello espectáculo o una terrible catástrofe. Titulada simplemente Parásitos, la película conquistó al planeta entero, dando a este creador diversos premios, incluídos la Palma de Oro, el Globo de Oro y el Oscar.

La idea de Parásitos es elocuente y su ejecución perfecta. La ignorancia del rico y la viveza del pobre se conjugan en el universo de una casona lujosa, espectacular, como la Corea que proponían los Juegos Olímpicos. Sin embargo, la cinta desnuda la ficción, yendo de la comedia al humor negro hasta la tragedia, siempre con una intensidad dramática aderezada por una brillante utilización de todos los recursos que tiene el cine para narrar una historia. Edición, cinematografía, sonido, cada elemento se conjugó para que estos parásitos consiguieran la hazaña de ser la primera película de habla no inglesa de adjudicarse el Oscar central.

Irónicamente, el filme de Bong Joon Ho que conquistó también Mejor Director, Mejor Película Extranjera y Mejor Guión Original, ayudó a la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de los Estados Unidos a recobrar credibilidad, a mostrar una agenda liberal cuando lleva décadas sumida en el conservadurismo. Pero ayer, la pérdida coreana se tornó en la ganancia americana, que por fin, luego de varias ediciones, coronó a un filme trascendente y que será recordado por muchos años.