«Nomadland»: Un camino de libertad, soledad y recuerdos – CinEspacio24

«Nomadland»: Un camino de libertad, soledad y recuerdos

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Dirigida por Chloé Zhao y protagonizada por Frances McDormand, Nomadland  nos narra la vida de una mujer que decide abandonar todo y emprender un estilo de vida nómada.

 

Frances McDormand en Nomadland

Por Zuri Grace Bretón *

@ZurigraceB

Cuando pensamos en road trips, este famoso subgénero en donde la trama se desarrolla a lo largo de un viaje, quizá los primeros referentes que nos vienen a la mente son cintas ya clásicas como Little Miss Sunshine (2006) o Y Tu Mamá También (2001). Películas con un punto de partida y destino bien definidos en las que los personajes tienen un objetivo claro por el que emprenden su recorrido (o por lo menos creen tenerlo, pues su necesidad cambiará a lo largo del trayecto para completar su arco dramático).

Pero ¿y si la única necesidad es la supervivencia?, ¿y si no hay destino en el viaje? Cuando no hay punto A ni B, sino que el movimiento constante se adopta como forma de vida, entonces estamos hablando de la realidad de los nómadas.

Este planteamiento atípico del road trip perpetuo es lo que nos presenta Chloé Zhao en su nueva cinta Nomadland, estrenada este fin de semana en las salas de cine mexicanas y que, tras haber conquistado la estatuilla más importante en los pasados Globos de Oro, se perfila como una de las favoritas para llevarse el Oscar a Mejor Película en la próxima entrega de los Premios de la Academia este 25 de abril.

El filme está protagonizado por la brillante Frances McDormand y sigue los pasos, o en este caso el rodar, de Fern, una mujer en sus sesentas que, en su camioneta adaptada como casa rodante, recorre las carreteras estadounidenses consiguiendo trabajos temporales de todo tipo para poder subsistir. Ella decide adoptar este estilo de vida tras haber perdido a su esposo por una enfermedad y más tarde a su propia comunidad, el pueblo de Empire en Nevada que quedó vacío tras el cierre de la empresa USG que empleaba a todos sus habitantes, convirtiéndose así en una ciudad fantasma donde la protagonista conserva una pequeña bodega de renta con algunas de las pertenencias y recuerdos de su viejo hogar.

La cinta mezcla la ficción con un estilo documental, que se refleja en sus movimientos de cámara en mano y sus primeros planos, pero sobre todo en el retrato tan honesto que hace de la experiencia de vida de estos nómadas modernos, quienes representan la otra cara del “sueño americano”. El guion, escrito también por Zhao se basa en el libro  Nomadland: Sobreviviendo América en el Siglo XXI, escrito por Jessica Bruder, quien para comprender mejor el fenómeno siguió de cerca a esta comunidad creciente de nómadas; en su mayoría personas de la tercera edad que han sido desplazados por el sistema capitalista voraz, y son orillados a vivir al día, sin seguridad social ni estabilidad laboral.

Si bien, la historia en particular de Fern no es real, su pueblo, Empire y lo que fue de él, sí que lo es, así como los amigos con los que se cruza en su camino, que son versiones ficcionalizadas de sí mismos; gente sin un hogar fijo que va de campamento en campamento formando comunidades temporales y refugiándose en los recuerdos de sus vidas pasadas.

 

Y pese a que estas personas tienen una rutina cambiante y se encuentran con rostros distintos en cada nueva parada que hacen, tienen como constante la empatía y unión, la ayuda desinteresada y el compartir de lo poco que poseen, pues entienden las tribulaciones de ese camino y lo vital que puede ser una mano amiga o una sonrisa.

Llena de largos planos contemplativos y con música suave y envolvente reservada para los largos traslados que capturan la belleza del paisaje, Nomadland transmite el mensaje de encontrar el valor de la vida en las pequeñas cosas y experiencias, que por más trillado y cursi que suene, lo desarrolla de manera sutil y orgánica, sorteando los principales retos discursivos que implica el abordar una problemática social como ésta; no es aleccionadora, ni victimiza o romantiza la situación de su protagonista. Su denuncia al sistema está implícita y aunque quizá no sea tan frontal, como lo fue Parasite, es potente.

Y es que, Nomadland no busca sólo retratar una realidad de la sociedad contemporánea, sino que apunta hacia un nivel más íntimo, de introspección. Nos muestra la cotidianeidad, la mezcla homogénea de episodios agridulces, tanto las pequeñas diversiones y momentos mágicos, como la constante tensión, preocupación por el futuro y los conflictos internos; está llena de claroscuros, como la vida misma.

Zhao a través de este complejo personaje, plantea a su público diferentes cuestionamientos, como las implicaciones del desapego y el lado menos resplandeciente de la libertad: su soledad implícita. El llenar los vacíos con las memorias porque, “Lo que se recuerda, vive”, nos dice un personaje en torno al final, pero ¿será que Fern se ha olvidado de vivir por recordar?, ella, irónicamente, lidia con la imposibilidad de avanzar a pesar de estar en movimiento constante, se ve atorada en lo emocional, aferrándose a la vida que se le arrebató. Elude la oportunidad de establecerse en un lugar porque el reiniciar convertiría sus pérdidas en algo definitivo y en vez de eso, abraza la rutina del nómada; mientras se está en el camino no hay nada definitivo, siempre hay posibilidad de cambio y entonces se prolonga el luto.

Cuando Fern se enfrenta a esta dolorosa realidad, se permite, por fin cerrar el ciclo y despedirse de Empire, de la pequeña bodega que alberga lo que alguna vez fue su vida y nos da una lección sobre aprender a soltar (redondeando de paso la historia de manera poética con su cierre en el punto de inicio). En definitiva, un filme que confirma la mirada sensible de Zhao a la naturaleza humana, que pone sobre la mesa una realidad nunca antes explorada y proyecta luz sobre el otro rostro menos glamuroso, pero más humano del gigante norteamericano.

*Licenciada en Comunicación, analista y crítica cinematográfica y colaboradora en CinEspacio24 Noticias

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