Dirigida por Samuel Kishi, Los lobos es una entrañable historia sobre una madre y sus dos hijos, quienes viajan de México a Estados Unidos buscando una mejor vida; con un estilo documental combinado con fantasía es una de las mejores películas sobre migración.
Por Arturo Brum Zarco*
Los lobos es una película esperanzadora, con un mensaje que aboga por la empatía a la comunidad migrante en los Estados Unidos, y lo hace por medio de una historia sincera, con momentos de una tierna fantasía y un realismo demoledor sobre las personas que no tienen otra opción que buscar una nueva vida en un país que no es el suyo.
Dirigida por el mexicano Samuel Kishi, el filme crea un microuniverso que se convierte en el reflejo global de la gente que debido a la violencia, a la falta de oportunidades o a un gobierno que los maltrata, no encuentran otra solución que abandonar el lugar donde nacieron y arriesgarse (en muchos casos para salvar su vida) a ir a laborar a otra nación.
Sin embargo, la cinta de Samuel Kishi no intenta dar una explicación de por qué aparece el fenómeno de la migración (quizá el mejor cine es el que no da explicaciones), su premisa busca ser más íntima, para provocar una reflexión más profunda sobre los y las migrantes, desde un perspectiva más afectiva.
En ese sentido, la película es un trabajo honesto, que bien pudo caer en exageraciones dramáticas, pero es tan cuidadosa, detallada, cariñosa y nada condescendiente, que el resultado es un ejercicio fílmico lleno de matices que hacen que se sienta como un obra de arte bien construida, pensada, estudiada y con un mensaje claro y contundente.
Mucho de esto se debe a que el argumento nace de las propias experiencia del director, quien vivió situaciones similares a lo que nos cuenta en Los lobos; el propio Samuel ha definido, en diferentes entrevistas, que su largometraje nació de sus recuerdos y que al final es una carta de amor hacia su madre. Así, construye un relato entrañable que nace de la intimidad y por eso se siente como un fiel espejo a la vida de muchas migrantes.
Los lobos sigue los pasos de los hermanos Max (Maximiliano Nájar Márquez) y Leo (Leonardo Nájar Márquez), unos niños de entre 8 y 6 años, respectivamente, quienes junto a su madre, Lucía (Martha Reyes Arias), cruzan la frontera entre México y Estados Unidos (la razón de su travesía la muestran de una forma sutil e ingeniosa).
No obstante, para la familia encontrar un nuevo hogar no será sencillo, por lo que tendrán que rentar un pequeño departamento en condiciones por demás deplorables, y en un barrio peligroso donde bandas de cholos se juntan en sus alrededores.
Lucía tendrá que salir a trabajar todos los días y dejar solos a sus hijos, los cuales tendrán que seguir una lista de reglas que su madre graba en una vieja casetera. En la soledad, los niños sueñan con ir a Disneylandia y crean un mundo mágico para soportar el encierro y la ausencia de su mamá.
En ese sitio que parece desamparado y hostil hacia los niños y su madre, la compresión y el cariño tendrá su lugar en personajes que de primera vista se presentan como indiferentes y poco amigables; aquí la cinta destaca al hablar de la la amistad y la solidaridad a partir de la comprensión al otro, al migrante, un tema que abordan perspicazmente.
Los lobos se presentó en el festival de Berlín en 2019, donde ganó el Premio de la sección Generation Kplus; después de su pasó por importantes festivales, se estrenó en salas comerciales en México este 10 de junio.
Secuencias con un sentido documental, una fotografía llena de matices y una bella música compuesta por Kenji Kishi (hermano del director), Los lobos es una de las mejores películas mexicanas sobre migración.
*Periodista y realizador. Director y Editor en CinEspacio24 Noticias. Colaborador en Cio Noticias
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