Buenas directoras están revitalizando el Universo Cinematográfico de Marvel (MCU, por sus siglas en inglés); por ejemplo, Cate Shortland encargada de realizar la cinta Black Widow y Kate Herron quien estuvo cargo de la serie Loki.
Sí, sabemos que con Spiderman: Far from home (2019) se marcó, según el canon de Marvel, el final de la etapa tres y el inicio de la cuarta fase de su universo cinematográfico, sin embargo, más allá de los nuevos arcos dramáticos, personajes que se van y otros que se unen, esta nueva etapa ha llegado con cambios significativos en las formas narrativas que rompen con mucho de lo planteado en los primeros años de esta fructífera franquicia.
Y es que más de una década no ha pasado en balde, sobre todo en los vertiginosos tiempos modernos, por lo que era de esperarse que todas las formas de arte cambien conforme a la sociedad se transforma, incluido el cine por más comercial que éste sea.
El primer cambio significativo es el formato, apostando en esta fase por las series televisivas que permiten explorar con mayor profundidad a los personajes y sus motivaciones a la vez que se hila el entramado del siguiente arco argumental del MCU. El segundo gran cambio, el female gaze como respuesta al ya rancio male gaze, es decir, la “visión masculina”, esa narrativa heteronormada presente en todas las artes dominadas por el hombre en las que la figura femenina existe sólo en función del placer del espectador o como recurso para desarrollar la trama del protagonista. Un claro ejemplo de este fenómeno es aquel travel de la cámara al inicio de Transformers 2 (2009) en el que se muestra lentamente cada curva de Megan Fox mientras pinta una motocicleta, su posición no es natural para la labor que hace, en realidad ni siquiera es relevante lo que hace, para la cámara y para el público lo importante es poder apreciar su cuerpo a detalle.
Aunque esto sigue siendo común, la vista del público se ha hecho más crítica y así pasamos de un 2012 con The Avengers que era disruptivo para el cine de superhéroes, pero poco innovador en sus arquetipos y con mínima representación femenina (literalmente una…y ni que decir de la diversidad racial), a la actualidad con una cinta como la recién estrenada Black Widow, dirigida y protagonizada por mujeres, donde se les retrata en toda su complejidad y fortaleza física y mental y no como el simple atractivo visual o interés romántico de sus contrapartes.
En esta película no hay primeros planos enfocados en el trasero de Scarlett Johanson con su ajustado (y seguramente incómodo para pelear) leotardo negro, por el contrario, hay múltiples referencias a la practicidad y comodidad que prefieren las mujeres, como el chaleco con muchos bolsillos de Yelena, la hermana de Natasha, genialmente interpretada por Florence Pugh o incluso la sátira que ella misma hace a las risibles “poses” y miradas sensuales de Natasha durante las peleas con los Avengers.
Pero, Cate Shortland, directora de la cinta, va más allá de la crítica a los productos previos, propone y demuestra en diversos aspectos la profundidad de la mirada femenina, desde cuestiones tan sencillas y discretas como la naturalidad de la estética (vestuarios, maquillaje, peinados), las intensas secuencias de peleas que no hacen concesiones con sus protagonistas, hasta la gran química y dinámica familiar que se da entre las hermanas y sus “padres”, interpretados por Rachel Weisz y David Harbour, cuyas escenas compartidas tienen un muy buen balance entre la comedia y el drama.
Relación familiar en la que vale la pena destacar el rol de Alexei (Harbour) que contrario a lo que aparenta en una primera impresión, no se trata únicamente del alivio cómico como el padre anticuado y torpe en temas femeninos, sino que verdaderamente se involucra a nivel emocional sin esa actitud de incomodidad evasiva característica de la masculinidad tóxica. Aunque imperfecto, Alexei no es distante y duro, sino que está dispuesto a escuchar y aprender de quienes le rodean.
Sophia Di Martino
En este sentido, se confirma que tanto la mirada masculina como femenina, van más allá de la forma diametralmente opuesta en la que cada una representa a la mujer, sino que abarcan todos los elementos y personajes en juego, incluido el hombre. Dentro de la dominante narrativa androcentrista es la norma representar a los héroes como aquellos entes musculosos, encantadores, orgullosos e inteligentes…características que los realizadores (consciente o inconscientemente) proyectan como el ideal de su género.
Thor, Iron Man, el Cap, aunque con algunas variaciones, todos entran en este arquetipo, pero no es el caso de Alexei, y mucho menos de Loki (Tom Hiddleston), cuya serie, también dirigida por una mujer, Kate Herron, demuestra que más allá de las escenas en las que los hombres se quitan la playera para lucir un abdomen perfecto, las mujeres encuentran otros factores atractivos.
De esta manera, la masculinidad también se puede explorar bajo la mirada femenina y en el caso de Loki esto se hizo construyendo a un personaje complejo; un narcisista antihéroe en el camino de la redención que se enfrenta al derrumbe de su sistema de creencias y deberá reconfigurarse frente a la nueva realidad que se le presenta.
Un hombre de complexión delgada, pero elegante, con contradicciones, que se expresa abiertamente bisexual, que baila solo en un escenario apocalíptico y no teme abrazar su vulnerabilidad. Cualidades que el público femenino agradece y encuentra refrescantes entre el mar de testosterona que suele desbordar las producciones del género de superhéroes.
Incluso en la manera en la que se desarrolla el romance de la serie entre Loki y Sylvie (Sophia Di Martino) vemos diferencias, no se trata de una atracción física o un flechazo a primera vista, sino que se desarrolla lentamente mientras ambos se conocen y se sostiene en la empatía y admiración mutua.
Resulta pues, verdaderamente interesante seguir las carreras de las mujeres que han logrado reapropiarse de los espacios artísticos y están revolucionando, tanto dentro como fuera de la pantalla (por cierto, con gran pulcritud técnica), no sólo el MCU, sino distintas franquicias de la cultura pop que se adaptan a la realidad de una nueva generación y permiten enmarcar otras formas de sensualidad, masculinidad y femineidad más allá de los estereotipos patriarcales.
*Licenciada en Comunicación, analista y crítica cinematográfica y colaboradora en CinEspacio24 Noticias
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