El color en el cine es utilizado como una herramienta narrativa más. La paleta de colores en un filme genera diversos tipos de sensaciones en el público; un gran ejemplo lo podemos ver en la cinta Tenemos que hablar de Kevin.
Por Martín L. González* @martin_lgonzale La importancia del color en el cine es tal que incluso se trabaja y estudia de manera individual a cada color; permitiéndonos saber cuáles son las sensaciones que puede generar cada uno y la manera en que pueden apoyarse de otros colores según el círculo cromático, el cual nos muestra las maneras correctas de armonizar una paleta de colores. Existen cintas que le brindan un papel casi protagónico al color, como si se tratara de un personaje más de la cinta, tal es el caso del largometraje Tenemos que hablar de Kevin (2011) de la directora Lynne Ramsay. El filme narra la vida de Eva (Tilda Swinton) quien vive y soporta las consecuencias de los asesinatos que cometió su hijo (Ezra Miller). Se estrenó en 2011 en el Festival de Cannes. La cinta, que nos cuenta de manera paralela dos etapas de la relación entre Eva y su hijo Kevin, parte de la psicología del color para reforzar el impacto de la historia, inclinándose especialmente hacia el uso del color rojo. El color rojo es uno de los colores más impactantes y poderosos del círculo cromático. Suele utilizarse para representar amor, pasión o violencia, según sea la intensidad de su tonalidad o la trama de la cinta. En el caso de Tenemos que hablar de Kevin el color rojo representa especialmente la violencia, pues suelen empaparse de rojo, principalmente, las escenas que tiene como propósito mostrar el peligro que representa Kevin. Aunque el uso de este color no termina ahí, ya que incluso funciona de manera preventiva, como si tratara de una especie de sirena roja que nos advierte lo que nos acecha más adelante en la historia. Por otra parte, la película también recurre al color azul para representar anhelo o melancolía, y se utiliza principalmente para contrastar los diferentes puntos de la historia, además de inundar los encuadres casi por completo en situaciones tristes, un sentimiento que suele relacionarse al color azul. Esto apoyado con el color rojo nos ayuda comprender la intención de cada escena sin la necesidad de un solo diálogo, lo cual permite al directora y al director de fotografía enfocarse en otras cosas que salen a cámara. Asimismo, el color no sólo puede servir para identificar situaciones, sino para encarnar las intenciones de los personajes e incluso para mostrar el contraste de posturas que pueden tener dos o más personajes. En el caso de largometrajes como Tenemos que hablar de Kevin donde la historia recae principalmente en dos personajes, suele asignarse un color en concreto a cada uno de ellos, pero en este caso es curioso como el color rojo no sólo sirve para representar la violencia en Kevin, sino que a la vez muestra el coraje y la pasión de Eva; por su parte, el color azul se utiliza para señalar a quien se encuentra vulnerable o finge estarlo. Durante la cinta se juega con otros colores como el amarillo o el rosa, sin embargo, suelen ser utilizados en menor medida, ya que la paleta de colores inclina la balanza hacia una sola tonalidad en los momentos más importantes. Así consigue generar un impacto y lograr trasmitir una sensación demostrando que el color en el cine pude sustituir al diálogo en más de una ocasión. *Colaborador y reportero en CinEspacio24 Noticias
Ve el programa especial que hicimos analizando la filmografía de Lynne Ramsay
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