El filme que mantiene los clichés de este tipo de películas de terror, jump scares, adolescentes ingenuos que mueren, un ser diabólico, profecías de demonios sueltos, es una película que si bien tiene un argumento algo novedoso, no crea una ambientación adecuada y su fotografía jamás está en tono con el terror que se busca.

Sin embargo, esto se compensa con los lúdicos personajes que nos presentan, que combinados con un ser que viene del mismísimo infierno logran una amalgama que por lo menos hace pasar un rato entretenido, ya que el filme te puede espantar y al siguiente momento hacerte reír, y ese era el objetivo de la cinta.

Pero si nos ponemos más exigentes con el análisis, quizá el director buscaba hacer una metáfora a nuestra dependencia a la aplicaciones del celular; una dependencia que puede convertirnos en seres antisociales, como si estuviéramos muertos en vida y fuera más importante revisar que hay de nuevo en nuestros aparatos inteligentes que en la vida de nuestros familiares y amigos.

Asimismo, la cinta aborda el tema de la aceptación de la pérdida de un ser querido, el perdonar nuestros errores del pasado y  la misoginia y el maltrato a las mujeres. Cosas que aborda sin mucha profundidad pero se agradece el esfuerzo de mencionarlas.

Sin destacadas actuaciones, me atrevo a decir que no es ni será la peor película de terror del año, por su argumento, algunas destacadas secuencias y por el hecho de jugar y combinar de manera placentera el terror y la comedia.