Para averiguar el estado del cine mexicano basta con echar un vistazo a la cartelera: refritos, comedias sin novedad y cintas que persiguen el estilo hollywoodense. A estas última pertenece La boda de Valentina, que adiciona al actor Ryan Carnes (Cartas desde Iwo Jima) y asocia la cultura mexicana a la estadounidense.
Por Carlos Ramírez García* El choque bicultural, la indecisión de la prometida, el gringo que parece perfecto, el mexicano que es naco, el malinchismo tocado por momentos, La boda de Valentina busca parecerse a una comedia hollywoodense con la boda como temática. En la cinta mexicana, la actriz Marimar Vega interpreta a Valentina, una chica con dinero y que vive en los Estados Unidos. Ella se enfrenta a un dilema común: conocer a la familia de la pareja es, en algunos casos, una aventura. Es un escalón más del compromiso, es la familiarización y el crecimiento de la razón, el compromiso tocando a la puerta. Por ello es que Valentina se atemoriza al saber que su novio estadounidense, Jason (Ryan Carnes) le propone matrimonio porque esto implicaría que su prometido conozca a su familia: “Los Hidalgo”, quienes contrastan con la familia de Jason, “los Tate”. Los Hidalgo son políticos y corruptos, autoritarios y hasta incultos. Tan deleznable es su familia para Valentina que antes hicieron que se casara con Ángel (Omar Chaparro). Por lo que ella tiene que regresar a México a solucionar este error. En un triángulo amoroso en el que compiten un mexicano y un estadounidense por el amor de una mujer vemos el encuentro de dos idiosincrasias, dos culturas, dos maneras de coquetear y, también, de amar. Lo interesante pero predecible de la película es la decisión que toma Valentina al elegir a Jason o Ángel dependiendo de las serie de ocurrencias que la llevarán a quitarse los prejuicios que imperan en su manera de ser al principio de la obra. “Hay muchas referencias culturales en el guion que me tenían que explicar porque no estoy familiarizado con la cultura mexicana, lo que es perfecto para mi personaje, porque él tampoco lo está. Es un pez fuera del agua”, mencionó Ryan Carnes en entrevista para Cine Premiere. Y es que el director de la cinta, Marco Polo Constandse (Cásese quien pueda), se enfocó en este choque bicultural al punto de que la película funde el inglés con el español de manera continua en los diálogos. Pese a que La boda de Valentina emula, sin precisión, el estilo de Hollywood en sus comedias con temática de boda, es una cinta más de la alta pila de películas mexicanas que no destacan en nada de sus similares.
*Periodista. Reportero y colaborador en CinEspacio24.
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