Crítica de Juega o Muere, película de terror protagonizada por Asa Butterfield y Natalia Dyer. La cinta sigue a un grupo de adolescentes que liberan a un demonio que los obliga a realizar horripilantes versiones de juegos infantiles.
Por Ángel Said Morales Olivares*
Juega o Muere se adentra en el género del terror con la clara intención de proporcionar entretenimiento, pero su enfoque sencillo y su falta de profundidad en la trama dejan un potencial sin explotar.
Dirigida por el dúo debutante de directores Eren Celeboglu y Ari Costa, el filme se presenta como un thriller macabro con una premisa intrigante: ¿qué sucedería si los juegos de la infancia, como las escondidas o atrapados, fueran manipulados por una entidad maligna?
Situada en la icónica Salem, hogar de los notorios juicios de brujería, el argumento sigue a tres hermanos que, tras encontrar un misterioso cuchillo con forma de hueso humano y una inscripción enigmática, se ven atrapados en un juego infantil que, en este caso, puede resultar mortal.
Juega o Muere comienza de manera enérgica, sin dedicar tiempo a la construcción de una atmósfera adecuada o al desarrollo de un misterio que podría haber añadido intensidad a la cinta. Inmediatamente nos sumergimos en la vida de Jo, Marcus y Billie, tres hermanos que viven en Salem, Estados Unidos, en una familia disfuncional con una madre soltera esforzada y un tío probablemente deprimido.
La historia se centra en Jo, el hermano menor, quien descubre un cuchillo endemoniado y se convierte en el portador involuntario de una entidad maligna que lo impulsa a participar en juegos mortales. El largometraje se desarrolla en un contexto sombrío, pero carece de una narración profunda sobre el trauma y la herencia que los personajes deben enfrentar.
A pesar de que se intuye un intento de metáfora sobre la herencia del trauma a través de la experiencia de los tres hermanos, la falta de claridad en el origen de la maldición y su conexión con los protagonistas deja una sensación de superficialidad.
La cinta no logra proporcionar una explicación satisfactoria para el sufrimiento que enfrentan a través del cuchillo endemoniado. La tragedia que involucra a víctimas ajenas a los personajes, ocurrida siglos atrás, no se relaciona coherentemente con su situación actual. Así, la premisa del metraje parece depender en gran medida de la casualidad y la ubicación en Salem, lo que resulta en una conexión poco convincente.
El filme tiene un tratamiento visual, sonoro y de edición que busca evocar un terror de tipo slasher, pero a pesar de sus esfuerzos, no logra sumergir al espectador en un verdadero estado de miedo. Utiliza efectos visuales, jumpscares y un sentido de angustia superficial para crear una atmósfera de tensión, lo que podría atraer a un público joven y a aquellos que buscan una experiencia de entretenimiento rápido. Sin embargo, dudo que satisfaga a los más exigentes o a aquellos que buscan un horror más inmersivo y aterrador.
En el reparto , encabezado por Asa Butterfield, Natalia Dyer y Benjamin Evan, se demuestra un talento actoral sólido y una química en pantalla que contribuye al valor de entretenimiento. Estos actores, conocidos por sus papeles en series populares como Sex Education y Stranger Things, entregan actuaciones convincentes y dinámicas que mantienen al público comprometido con la historia.
Juega o Muere, que se estrena este 9 de noviembre, no logra profundizar en su historia, dejando dudas y una sensación de falta de coherencia. La alegoría sobre el trauma y la herencia se siente inconclusa y no logra proporcionar una explicación satisfactoria para el sufrimiento de los personajes.
*Colaborador Invitado
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