Crítica de Heroico, película dirigida por David Zonana, quien muestra el lado autoritario, violento y opresivo de la milicia mexicana, al contar la historia de un joven que entra al Heroico Colegio Militar.
Juan Enrique Bonilla* Hace poco, en una conversación entre conocidos, me preguntaron cuál es mi película favorita de terror. La respuesta evidente se podría encontrar en largometrajes como La cosa del otro mundo (1982), Suspiria (1977), Más negro que la noche (1975) o Nosferatu (1922). Sin embargo, este veredicto se limita al género externo de la película, es decir, a las convenciones y arquetipos axiomáticos que todos conocemos: jump scares, monstruos, cementerios, oscuridad, entre otros. En realidad, las películas que (me) dan más miedo usan el terror como su género interno, es decir, la psicología de la película. Filmes donde se emplea el drama, la comedia, o incluso el romance como excusa para contar una historia de lo más horrenda, un suceso que no te dejará dormir, y, les pregunto, ¿qué hay más terrorífico para un mexicano que su realidad? Heroico del director mexicano David Zonana, cuyo estreno nacional se llevó a cabo durante el festival de cine de la UNAM (FICUNAM) y ahora se estrena en salas de cine este 21 de septiembre, nos cuenta la historia de Luis un joven de clase baja que ingresa al Heroico Colegio Militar con el afán de convertirse en un hombre de bien, y de paso apoyar a su madre, quien vive con diabetes, con los gastos. No obstante, su transcurso por la milicia no tardará en convertirse en una pesadilla claustrofóbica donde la agresión, los abusos psicológicos, la hipocresía y la corrupción opacan cualquier destello de integridad. Este filme, emplea una composición vertical y simétrica (digna de escolta), un diseño sonoro que no pasa desapercibido, y actuaciones metódicas (lo menciono porque la mayoría de los papeles fueron ejecutados por ex-alumnos de colegios militares) para invitarnos a cuestionar los métodos tradicionales de la educación militar, y cómo sus posibles beneficios arrastran una ola de consecuencias deshumanizantes y traumáticas para los futuros protectores de la nación. Nos encara en primera fila a una realidad de la que todos sabemos y hablamos, pero pocos nos atrevemos a polemizar. Por medio de simbolismos patrios que penetran la “ficción” con sarcasmo y escenas oníricas, donde, irónicamente, la violencia es nuestro único recurso para la catarsis, el espectador observa cómo las fallas del sistema corrompen inevitablemente a los más justos y generan una cadena de crueldad que termina afectando a los más vulnerables. Además, con ayuda de travellings hacia adelante, y rompiendo la cuarta pared, nos permite adentrarnos al mundo de los soldados para advertir que, bajo circunstancias similares, tomaríamos las mismas decisiones, cuyo inevitable desenlace desemboca en la tragedia. Para muchos mexicanos, las historias más espeluznantes no son las que tienen a una momia o a un vampiro, sino aquellas que nos obligan a confrontar nuestra realidad, una realidad donde la miseria, la violencia, y la corrupción impregnan nuestras calles, cultura y emblemas nacionales. En estos tiempos donde se ha fomentado la militarización del país, es indispensable que todo México se pregunte ¿qué podemos hacer para perfeccionar el sistema y disminuir los destinos fatídicos de nuestros supuestos Héroes? ¿Acaso la disciplina alcanzada con castigos inhumanos es la única alternativa, o existen recursos que no condenan a nuestros hijos a un final sin gloria? *Crítico de Cine. Colaborador de CinEspacio24.
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