Harto de la ciudad, como muchos, Teddy (Raphael Personnaz) decide irse a vivir a Siberia, en medio del bosque congelado, que se asemeja mucho a la Antártida. Sin mucha comida, desnudo en ocasiones y con animales al acecho, Teddy busca su felicidad y libertad en la soledad.
Por Carlos Ramírez García* Dirigida por Safy Nebbou, En los bosques de Siberia (Dans les forets de Sibérie) es una adaptación literaria con forma de documental de la vida de Sylvain Tesson, un empresario parisino que se muda a Siberia a vivir en una cabaña al lado del lago Baikal. Y aunque los aledaños del lugar le advierten repetidamente que ahí no es lugar para los humanos, dada las peligrosas condiciones climáticas, Teddy se convence que en la fría taiga siberiana está su escape de la vida cotidiana que le ahogaba. “Me fui porque la vida me asfixiaba como el cuello de una camisa. Me fui porque el ruido era ensordecedor”, justifica el protagonista, quien pronto se adapta al aislamiento producido en el vasto hielo que le rodea. Con planos abiertos que muestran la pequeñez del hombre ante la naturaleza, el director nos sitúa de manera emocional en la película al punto de experimentar la soledad de Teddy. Pero, como el protagonista lo explica, en esa soledad se encuentra su libertad y felicidad. Desnudo y con sólo un par de botas, Teddy corre por el hielo con el sol en su frente. Sus sentimientos de júbilo se expresan por sus gritos al aire que se acompasan con un soundtrack que está constituido, en gran parte, por una banda de trompetas. De esta forma, En los bosques de Siberia rememora, por momentos, al primer documental de la historia, Nanuk el esquimal (1929), pues al igual que en éste se exhibe la manera de vivir en la taiga por medio de actividades propias de los habitantes como la pesca y la caza de animales. Sin prisas, el hombre se adentra cada vez más en su nuevo hogar y reprocha su tiempo desperdiciado en la ciudad. Y se percata que, en la ciudad, el tiempo se escurre como agua entre los dedos, pero en la naturaleza abunda como al situarse debajo de una cascada. La naturaleza y condición tipo Adánica de Teddy incrementan por el descubrimiento del entorno que lo rodea. En uno de sus tantos hallazgos se encuentra con Aleksei (Evgeniy Sidikhin) un prófugo ruso que se esconde en la taiga porque cometió un asesinato, pero que espera que su búsqueda cese para regresar con su esposa e hijos. Y así, Teddy comienza su amistad con Aleksei, con quien su idea de la soledad comienza a tambalearse. Al igual que en el libro, el director pone en la balanza tanto la soledad como la amistad para que Teddy escoja en cual se encuentra su verdadera felicidad. La conclusión no explicará nada, sino mostrará que finalmente Teddy llegó a su plenitud en el viaje que tanto anhelaba. Y dejará al espectador satisfecho con el despliegue visual pero, sobre todo, con la metáfora en sí, que es la película completa sobre la persecución de la felicidad y la huida de la ciudad.
*Periodista. Reportero y Colaborador en CinEspacio24 Noticias.
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