En cuestiones técnicas, la película es  discreta: no explota el uso del color, diálogos poéticos, o puestas en escena complicadas para profundizar en su discurso. Además, el guion no acentúa, particularmente, los matices dramáticos, lo que disminuye la oportunidad para que las actuaciones resalten. Sin embargo, esto no juega, forzosamente, en su contra. La simpleza metodológica de la cinta fomenta lo real, lo que evita que su discurso se sienta propagandístico y aleccionador, sino una muestra objetiva de sus circunstancias.

La mayor proeza de Ella dijo recae, primordialmente, en su discurso, y su capacidad para generar empatía. Un pedazo de la realidad es proyectado a la ficción, con el fin de simpatizar con las víctimas de agresión sexual, y crear repugnancia ante el sistema que defiende a sus agresores. Asimismo, sirve como herramienta para concientizar al público de las secuelas que sufren las afectadas, y las consecuencias que hay al no creerles y minimizar sus problemas. Consecuencias que van desde trastorno de estrés postraumático hasta una pérdida total de su carrera profesional, sus relaciones afectivas, o de su vida.

Ella dijo es un recordatorio de que las injusticias sociales continúan, y que mientras sigan existiendo abusos sistemáticos contra las minorías, nuestras voces no deben quedar calladas. Aunque Harvey Weinstein se encuentre preso, existen muchos depredadores y acosadores que siguen dañando a nuestras madres, amigas, hijas, y compañeras. Estos depredadores, desgraciadamente, no están lejos en Hollywood, o en un país o contexto social lejano, están en nuestras casas, nuestras escuelas y nuestros lugares de convivencia, y mientras no nos repugnen y enardezcan estas circunstancias la comunidad artística, científica, y política necesita seguir denunciando.