“El sacrificio de un ciervo sagrado”, la justicia de un dios moderno – CinEspacio24

“El sacrificio de un ciervo sagrado”, la justicia de un dios moderno

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El sacrificio de un ciervo sagrado es una tragedia moderna, es un drama surrealista sobre la culpa, la justicia y la venganza. Una metáfora de la moral humana.

Por Arturo Brum Zarco*

@arturobrum

Los dioses son vengativos, los dioses exigen sacrificios, los dioses quieren sangre como tributo, en especial, esos dioses griegos culpables de los mitos y tragedias más desgarradoras de la literatura y las leyendas humanas.

Ellos, esos dioses, saben que para destruir a un humano hay que volverlo loco, llevarlo a su máxima capacidad para soportar las cosas, crearles un destino donde las situación los haga realizar actos crueles y sin razón. Esas son las tragedias griegas, esas historias que tienen como fin mostrarnos hasta donde es capaz el ser humano de su perversidad y odio.

El director griego Yorgos Lanthimos (quien ya mostró su brutal capacidad cinematográfica con la cinta La langosta), nos trae ahora El sacrificio de un ciervo sagrado, una tragedia moderna, una cinta surrealista que muestra que ante un dios vengativo (una metáfora a nuestros propios actos) el final es una desgarradora historia.

Steven Murphy (Colin Farrell) es un exitoso cardiólogo, respetado, y con un comportamiento que raya en la ridiculez de la perfección; su esposa, Anna Murphy (Nicole Kidman) también es doctora y comparte ese sentimiento de rectitud y orden con su esposo; buscan siempre la excelencia. La pareja envidiable, lo que “todos” añoran ser. Pero en su intimidad son extravagantes, juegan actos sexuales poco convencionales.

Tienen dos hijos. Un niño, Bob Murphy (Sunny Suljic), de unos trece años, vanidoso y que ama, sobre todo, su pelo largo; una adolescente, Kim Murphy (Raffey Cassidy), que sin tapujos en un cena como cualquier otra la familia habla de que ya tiene su primer periodo.

Esos diálogos directos , cortos y que parecen “navegar” sin ningún pudor, son cruciales en la forma y fondo de la cinta; estamos ante un filme surrealista, una ensoñación de la perfecta conducta humana.

Pero, hay alguien que busca justicia o quizá venganza. Martin (Barry Keoghan) un joven extravagante en su caminar, en sus ojos, en su hablar, quien perdió a su padre en una operación que realizó el doctor Steven .

Tal vez por un sentimiento de culpa, el doctor (cuando operó al padre de Martin había tomado algunas copas) busca a Martin, se hacen amigos, lo presenta con su familia y su hija se enamora de ese personaje taciturno y misterioso.

Un día, el niño, el hijo, Bob deja de caminar, los doctores no saben qué pasa, no identifican ninguna enfermedad; después, es la hija la que queda paralizada. La causa la tiene un pequeño semidiós llamado Martin, que le explica algo “sencillo” al doctor Steven: “busco justicia, tú mataste a mi padre y si no quieres que tu familia muera, tú tienes que matar a alguien, apúrate porque cuando les empiece a salir sangre de los ojos, todos morirán”.

La culpa, la justicia, la venganza, la responsabilidad de nuestros actos, se resumen en esta tragedia contemporánea, que usa imágenes cotidianas pero potentes para transportarnos a una narrativa poco convencional y unos diálogos poderosos y metafóricos. Punto aparte tiene la música, que acompaña siempre ese sentimiento de desolación y arrepentimiento que tiene la cinta. Unos sonidos que nos lleva como al protagonista a la locura.

Ganadora del premio a mejor Guion en el Festival de Cannes en 2017, tiene unas actuaciones precisas, sencillas y poéticas (aquí no hay un melodrama banal), es un tragedia bien hecha con un mensaje claro y poderoso: nuestra culpa es la locura que nos provocará nuestro dios interno. No dejen de ver esta obra maestra, de un director griego que le es fiel a su historia, a las tragedias griegas.

 

*Periodista y realizador. Director y Editor en CinEspacio24 Noticias. Colaborador en Cio Noticias y Oculus Todo el Cine.

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