El proyecto Florida, dirigida por Sean Baker, es una cinta paradójica y realista. Nos cuenta, con buen ritmo, la historia de una madre y su hija que viven en una situación que raya en la pobreza y cómo sobreviven cada día; por ratos es violenta, sensible y esperanzadora.
Por Arturo Brum Zarco* Tres niños caminan por las calles de Florida, van contentos, juegan, hacen travesuras, gritan, dicen cosas sin coherencia (bendita infancia), buscan nuevas aventuras; se arriesgan y lo hacen mucho, ya que caminan solos, sin que nadie los cuide, por los barrios peligrosos de dicho estado, a unos kilómetros de Disney World. Desde el inicio la película El Proyecto Florida es una paradoja, estamos en Orlando, en el estado donde se encuentra el mayor parque de diversiones del mundo; pero en su periferia están lugares de clase media-baja, personas que viven en situaciones precarias, o incluso en la pobreza. Así, esos tres niños que parecen que nos van a contar una aventura infantil, es todo lo contrario; estamos ante una cinta socialmente realista; donde los malos cuidados de los padres son una realidad. Dirigida por Sean Baker (conocido por ser un director de cine independiente) hace una broma negra en todo momento; como diciéndole al espectador que atrás del lugar “más feliz del mundo”, están algunas de las historias más crueles del mundo. El escenario de la cinta es un hotel llamado el Castillo Mágico, pero a diferencia del que se encuentra en Disney World, en éste no viven princesas, sino gente con bajos recursos, trabajadores, alcohólicos o que viven de la asistencia social; desde ahí el director va encaminándonos a esa broma y paradoja. Ahí reside Moone, una niña (interpretada por Brooklyn Prince, quien realiza un trabajo extremadamente sobresaliente) de unos siete años, que no le importa cómo vive (o no lo entiende aún), sale con sus amigos Scooty y Jancey y sólo se divierten. Vive en un pequeño cuarto con su madre, Halley, (protagonizada por Bria Vinaite, actriz que el director encontró en Instagram y que no parece que sea su debut). Halley vive en constante ambivalencia, por un lado es despreocupada, siempre está en pijama, no trabaja, y lo que hace es estafar a la gente o vender cosas; pero ama a su hija, y eso lo refleja la película con hermosas escenas en los soleados días de Florida, donde madre e hija pasan el tiempo juntas como si no hubiera mañana; de nuevo el director juega y bromea, no sabemos si despreciar a la madre por su incompetencia al cuidar a su hija, o entenderla por ese amor tan grande que le tiene. El Castillo Mágico es de color morado y rosa (paleta de colores que respeta todo el filme), esta ambientación es de nuevo contradictoria, porque son colores bellos, alegres y bonitos, contando una historia de decadencia y descuido infantil. El cuidador del hotel es Bobby ( Willen Dafoe, que hace un papel precioso, fue nominado al Oscar por Mejor Actor de Reparto este 2018), tiene la rudeza para exigirle a una familia que no paga que se vaya, y la ternura para cuidar y proteger a los niños. El Proyecto Florida habla de los suburbios pobres del país más rico del mundo; nos narra la inocencia de la infancia, el descuido de los padres, una realidad que muchos quieren esconder pero que existe en todo el mundo, incluso a unos pasos del Disney World. Su final no tiene desperdicio.
*Periodista y realizador. Director CinEspacio24 Noticias. Colaborador en Cio Noticias y Oculos Todo el Cine
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