Crítica de El hoyo en la cerca, cinta mexicana dirigida por Joaquín del Paso; el filme nos narra las actividades de un exclusivo campamento de verano, donde adolescentes de clase alta reciben una radical educación para proteger su círculo social.
Por Arturo Brum Zarco*
Las élites viven en una suerte de burbujas apartadas de la realidad, donde la supervivencia de su estatus es clave fundamental en su quehacer diario, esto se refleja, obviamente no en todas las personas, en actos de discriminación y racismo (hechos, desafortunadamente, muy vigentes en México, aunque algunos nieguen de su existencia).
Para ejemplificar lo anterior, sólo basta revisar diferentes estudios que muestran cómo las personas blancas que vienen de una familia con grandes recursos económicos tienen más oportunidades de conseguir un mejor empleo, o recibir un trato más afable por parte de la sociedad. Así, las élites buscan perpetuar esta desigualdad práctica. Esto para nada es un argumento en contra de la riqueza, es criticar y evidenciar el clasismo y racismo.
A estas reflexiones nos lleva la película El hoyo en la cerca, segundo largometraje de Joaquín del Paso (director que presentó en 2016 su ópera prima Maquinaria Panamericana), quien aborda desde el punto de vista de las élites cómo se construye desde la infancia ese cruel pensamiento de superioridad sobre el otro con base en el color de piel y el poder económico.
El hoyo en la cerca nos narra las actividades que se llevan a cabo en un exclusivo campamento de verano, al cual asisten jóvenes de clase alta. En ese lugar, bajo la sigilosa y misteriosa mirada de sus tutores, los chicos reciben un violento entrenamiento físico, moral y religioso, que tiene como fin hacer de ellos hombres “fuertes” y “poderosos”, a partir de unas técnicas de manipulación que provocan histeria y paranoia en los adolescentes, sobre todo, surge en ellos un terrible miedo a un ser extraño que no pertenece a su campamento; en ese sentido, el filme hace una sutil crítica a la ideas irracionales que nacen de la xenofobia.
Por medio de una cámara intimista, un encuadre con un formato cuadrado y herramientas narrativas en las que destaca el terror y el suspenso, Joaquín del Paso ejemplifica la construcción de esos mundos con mayores privilegios, donde la mayoría de la población tiene prohibido entrar o participar.
La película bien puede clasificarse como un teen movie, y gracias a eso edifica un relato de adolescentes que en su paso a la madurez son manipulados por una congregación conservadora y religiosa, liderada por señores que se presentan bondadosos pero que tienen como objetivo enseñarles que lo importante es defender su élite, su posición, su hombría y su poder sobre los demás, y que ante eso el crimen es válido, la violencia permitida y sobajar al más pobre una práctica común; esto se acentúa en una secuencia de la cinta por demás perturbadora en la que los jóvenes como si fueran unas bestias salvajes maltratan a todo aquel que no reconozcan como parte de círculo social.
Con este filme, Joaquin del Paso vuelve a demostrar su calidad para crear micro universos en los que destacan los diferentes y perspicaces puntos de vista de sus historias; en Maquinaria Panamericana, por ejemplo, mostró el mundo hermético de los empleados de un empresa. Ahora, con El Hoyo en la cerca el hermetismo se presenta en un campamento para la élite, para así ahondar en la construcción de la masculinidad tóxica, clasismo y racismo.
El Hoyo en la cerca, que se estrena en salas mexicanas este 9 de junio, es un perturbador relato sobre la manipulación y las desigualdades sociales.
*Periodista y realizador. Director y Editor en CinEspacio24 Noticias. Colaborador en Cio Noticias.
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