Dos cuidadores de un faro están atrapados en un isla por una terrible tormenta, lo que provocará en ellos sentimientos de desasosiego y soledad. La nueva cinta de Robert Eggers El faro es un terror psicológico de buena manufactura, con dos grandes actuaciones de Robert Pattinson y Willem Dafoe.
Por Arturo Brum Zarco* El faro augura un cine de terror con buenas propuestas, que provocará más debates, polémicas y sobre todo, imágenes novedosas, argumentos originales y actuaciones que nos harán reflexionar, dudar e imaginar miles de mundos. Más cuando el cine parece atrapado entre remakes, spin off y continuaciones inagotables de sagas; por eso se agradece que directores y directoras muestren que el cine es un lenguaje que sigue creando nuevos conceptos e ideas; y entre esos realizadores se encuentra Robert Eggers, quien se presentó con la que quizá es la mejor película de terror de la década La Bruja (2015). Amante del género del terror y de presentar una propuesta audiovisual atrevida, Eggers regresa con El faro, un terror psicológico sobre el aislamiento y la locura; protagonizada por Robert Pattinson y Willem Dafoe, quienes demuestran su potente calidad como histriones. Igual que su anterior cinta, Robert nos muestra a los personajes en una situación de aislamiento, en La bruja nos presentaba a una familia puritana del siglo XVII que vive en medio del bosque, alejado de toda la civilización; en El faro, ambientada a finales del siglo XIX, nos cuenta la historia de dos personas encargadas del funcionamiento de un faro que se encuentra en una misteriosa isla; en ese sentido el director nos vuelve a adentrar a un mundo alejado, sin ningún tipo de salida: parte de su terror está en la imposibilidad de salir. Con un sonido abrumador inicia la película, un sonido que estará presente en todo momento y que dará pie a la anécdota de dos cuidadores que se supone pasarán cuatro semanas en un isla, trabajando en el mantenimiento y el buen funcionamiento de un faro. Sin embargo, una tormenta impedirá que salgan, y poco a poco esa situación destruirá la isla y a los dos cuidadores, que física y mentalmente entrarán a una pesadilla donde las leyendas marítimas parecen que se hacen realidad: gaviotas como señales de mal augurio e imágenes de hermosas sirenas que te atraen a sus endiabladas garras. La fortaleza de la película está en su propuesta sonara, en sus actuaciones y en sus complejos y misteriosos diálogos. Al respecto, el director ha comentado en distintas entrevistas que el filme está basado en un hecho real: en 1801 dos cuidadores de un faro, quienes no se llevaban bien, terminaron en malas condiciones. Si algo nos ha dejado las dos cintas de terror de Eggers es que es un director que investiga a fondo el contexto de sus historias, si en La bruja nos enseñó la la idiosincrasia puritana del siglo XVII y las clásicas leyendas de las brujas y el diablo, en El faro vuelve a hacer lo mismo y combina los mitos que rodean a las islas desiertas, con el trabajo que realizaban los cuidadores para que la luz del faro no se apague. No obstante, la fotografía puede ser un poco complaciente con el espectador al obviar su uso en monocromático (blanco y negro) como recurso fácil para jugar con las sombras, y su formato cuadrado para dar un sentimiento de mayor aislamiento o claustrofobia. Lo apabullante de la cinta es el arco de los personajes y sus monólogos basados en el libro Moby Dick de Herman Melville. Dos personajes atrapados en sus propios demonios y en sus incontrolables instintos sexuales, que buscarán las formas de no perder la cordura y sobrevivir a una pesadilla en medio de unas olas que los acercan al abismo de sus temores y rencores. Bienvenidas la propuestas originales y atrevidas en el género de terror.
*Periodista y realizador. Director de Comunicación en CinEspacio24. Colaborador en Cio Noticias.
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